TW
0

Esta semana que está a punto de comenzar marcará el inicio de la séptima legislatura del Gobierno vasco, de nuevo encabezado por el PNV-EA, algo que viene ocurriendo desde hace más de dos décadas. El lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe, destacó la consecución de la paz y la autodeterminación como prioridades absolutas de su mandato y reiteró el carácter «abierto e integrador» que tendrá su Ejecutivo.

Las palabras, todos lo sabemos, se las lleva el viento y los hechos son, a la postre, los que definen una actuación. Por eso resulta embarazoso oír hablar de integración cuando la coalición vencedora el pasado 13 de mayo vuelve a colocarse al frente del Gobierno vasco en solitario, a pesar de las buenas perspectivas que había ante la posibilidad de incluir, al menos, a Izquierda Unida en el equipo gobernante.

Ha sido una ocasión más desperdiciada, pues no le vendría nada mal a Euskal Herria un gobierno «mestizo» con un claro viraje a la izquierda para dar profundidad social a las acciones ejecutivas.

No ha podido ser y de momento tendremos en Ajuria Enea más de lo mismo, aunque esta vez con una mayoría clara y mensajes ilusionantes, cosa que antaño resultó imposible.

La paz, qué duda cabe, debe ser la prioridad absoluta de la Lehendakaritza, pero no es ése el único problema de los vascos. La situación económica, la inmigración, una educación manipulada desde ciertos sectores políticos, una violencia enquistada en algunos segmentos de la sociedad, un envejecimiento imparable de la población... en fin, el mundo vasco se enfrenta a mil y un problemas cotidianos y no todo debe afrontarse desde el punto de vista de la política pura y dura. Los vascos esperan mucho de este nuevo gobierno y está en manos de Ibarretxe responder a esas expectativas.