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Los complementos alcanzan, cada vez más, gran importancia en el mundo de la moda. Y pasan de ser un mero acompañamiento a alcanzar el mismo protagonismo que pantalones, vestidos o faldas. E, incluso, a convertirse en el elemento que 'saca' cualquier conjunto de temporadas anteriores. Entre todos ellos destacan los bolsos, en los que los diseñadores han derrochado toda su creatividad.

Si en años pasados estos eran grandes, destinados a una mujer que se incorporaba al trabajo fuera del hogar a ritmo frenético, destinados a contener utensilios personales, teléfonos móviles y hasta documentos, desde la temporada anterior, y a propuesta de las grandes firmas, han reducido su tamaño escandalosamente, hasta el punto de que ahora hay que salir a la calle pensando mucho cuáles son los objetos imprescindibles para una jornada laboral. Fueron las marcas Prada y Fendi, sobre todo, quienes lanzaron los nuevos cánones de esta moda que llena las calles con multitud de imitaciones y se puede adquirir en los mercados hasta por 1.500 pesetas. De plástico, por supuesto.

Prada se inventó un bolso de dos asas pequeñas, pero con la holgura suficiente para que pueda ser colgado del brazo, inspirado en las bolsas de deporte. De Fendi fue la propuesta de la ya famosa «baguette», rectangular y de un sólo asa. De piel lisa o muy barroco, en tela, con lentejuelas bordadas o tejido «patchwork», los escaparates también rebosan imitaciones a todos los precios. Este, menos popular, tal vez porque su forma alargada y estrecha resulta menos útil para el día a día de la mujer trabajadora.