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Perú ha amanecido en una nueva era. Eso, al menos, es lo que esperan los peruanos, sometidos desde hace décadas de la manera más injusta a todo tipo de crápulas y vividores que han hecho del oficio de defraudar y corromper su vida. Ahora la segunda vuelta de las elecciones presidenciales después de la desastrosa «era Fujimori» "ha durado diez años" ha dejado más o menos claro el panorama político del país andino.

Aunque con un estrecho margen de votos, el candidato más creíble, Alejandro Toledo, se ha hecho con las riendas del país, aunque el otrora corrupto Alan García "tuvo que escapar a Colombia perseguido por el escándalo" le ha pisado los talones. No lo tendrá fácil Toledo, porque Perú "como ocurre en casi todos los rincones del continente sudamericano" se ha acostumbrado a la pobreza, a la corrupción, al desempleo.

Pero el pueblo peruano sabrá salir adelante si se le da la oportunidad. Y en esas está Toledo, intentanto componer un Gabinete que le dé credibilidad no sólo ante su propia nación, sino también en el exterior, pues el país precisa inversiones extranjeras de forma urgente.

Más de un sesenta por ciento de la población está en paro y el país entero está sumido en una crisis económica y política sin precedentes. Si Toledo prometió honradez y empleo, debe tomar de forma rápida las decisiones oportunas. Para empezar ha anunciado una posible colaboración con su rival García, tal vez un primer paso acertado para ofrecer a Perú un panorama ilusionante contando con las dos fuerzas más votadas por la ciudadanía. Sólo uniendo esfuerzos el país podrá salir del agujero en que se encuentra. Atender a las demandas sociales "desesperadas ya" deberá ser la prioridad de un Gobierno que ya se espera con ansiedad.