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El licor de hierbas mallorquinas, antaño formando parte del entorno familiar, se ha consolidado en las últimas décadas como bebida preferida para acompañar el café matutino y alargar las sobremesas, tomándose simplemente al natural o con hielo. Jordi Perelló Garí, maestro artesano desde 1995 y quinto de la generación de las destilerías y cellers Jordi Perelló, es persona que aúna gran experiencia en lo que a prepararlas se refiere.

Jordi señaló que: «Durante el mes de mayo y también el mes de junio se dan las condiciones óptimas para elaborarlas». El proceso se inicia con la recolección de distintas variedades de hierbas, que pueden alcanzar el número de 39, aunque en la composición de Jordi Perelló predominan el fonoll, herba sana, hierba luisa, moraduix, y en una cantidad simbólica, el romaní, tarongí y aritja».

Cada variedad se limpia por separado desechando ramas, malas hierbas, e incluso pequeños moluscos terrestres. A continuación, se secan sin perder su frescura, se trocean en una máquina y se reúnen en el interior de un saco de hilo que contiene entre 25 y 30 kilos de hierbas variadas cada uno. Se dispone en un depósito de 1.000 litros y se le añade alcohol. Se deja reposar como mínimo unos 45 días y luego se mezcla con anís seco para elaborar las hierbas secas; con anís dulce para las dulces, y con la mitad de anís dulce y seco para las «semi».

Este proceso es muy laborioso, pues al no cultivarse dichas hierbas hay que ir al campo o al monte a recolectarlas, y todo se hace de forma artesanal, según receta familiar del año de su fundación en 1882. Los anises utilizados para las hierbas son producto de una destilación a base de semillas de anís, agua y alcohol. Después de la mezcla con los anises, se filtra y se embotellan, y por tanto no caducan. Su producción es de 20.000 litros al año y la tendencia es de ir aumentándola.