El Castell de Bellver celebra sus 700 años de historia como residencia real, prisión y museo. Foto: G.A.

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El castillo y bosque de Bellver celebra este año su 70 aniversario como parque público de Palma, cuando dejó de ser recinto exclusivo del Real Patrimonio tras la proclamación de la II República, merced a las gestiones realizadas por el diputado socialista Alexandre Jaume, encarcelado en la fortaleza y fusilado al estallar la Guerra Civil. Arca y Sa Nostra han organizado, durante los últimos fines de semana, visitas culturales con el propósito de dar a conocer su dilatado historial que los ciudadanos «toman» al llegar el Diumenge de l'Àngel.

Coincidiendo con el 700 aniversario de la fortaleza (que ha ejercido como residencia de los reyes de Mallorca, prisión militar y civil, refugio de la aristocracia en tiempo de epidemias y revueltas, depósito militar y marco de actos sociales), su torre del homenaje ha sido objeto de una reciente restauración, que permitirá de nuevo el acceso a sus almenas y primitivo aljibe, conocido como s'Olla.

Su construcción, obra de Pere Salvà y en pleno esplendor del Regne de Mallorca, se realizó en apenas una década, entre 1301 y 1310, bajo el reinado de Jaume II. Entre sus detalles arquitectónicos destacan aspectos como sus arcos, obra de Pere Despuig, que coinciden con los que se pueden observar en otras construcciones contemporáneas del mismo autor, como el Palau dels Reis de Mallorca, en Perpinyà.

En su primera época, los interiores del castillo se hallaban recubiertos de pinturas policromadas de las que aún se aprecian algunas muestras. Entonces, como residencia real, alojó a sucesivos monarcas, como el rey Sanç de Mallorca desde 1314, o Jaume III, al que se mantuvo fiel hasta su derrota en la batalla de Llucmajor. Sus cámaras albergaron después a su adversario Pere el Cerimoniós y en 1395 a Joan d'Aragó. Más tarde acogió a Blanca de Navarra; Carlos I (en su corta visita a Palma durante su malograda expedición contra Argel) hasta Isabel II y Alfonso XII.

Su privilegiada ubicación, sobre el entonces denominado Puig de sa Mesquida o Puig de ses Vinyes, de 140 metros de altura, determinó el nombre de Bellver. De su dilatado historial como prisión dan fe interesantes grafitos de distintas épocas, en las que aparecen desde embarcaciones y ajusticiados del siglo XVII a inscripciones de los soldados y oficiales de Napoleón derrotados en Bailén. Entre sus cautivos ilustres destaca la presencia entre 1801 y 1808 de Gaspar Melchor de Jovellanos, donde escribió sus memorias y a quien se le dedicó una sala y un monumento en el bosque. En 1817 la fortaleza fue escenario del fusilamiento del general Lacy, jefe de una fallida rebelión liberal. Su función carcelera se reinstauró con el Alzamiento y en 1931 fue celda de los políticos de la II República, Emili Darder y Alexandre Jaume. Su actual proyección turística se incentivó a partir de los años 60 y desde 1976 alberga el Museu d'Història de la Ciutat.