La familia Pizà Aulet al completo en su domicilio de la Colónia de Sant Jordi. Foto: R.P.

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La invitación iba, en realidad, dirigida a Nicolau Pizà, su padre biológico y artístico, a raíz del texto Records del meu pas per la Nova Cançó, donde cuenta la aventura musical que, en los años sesenta, cambió la vida de toda la familia.

Hace cuatro semanas, cuando dicho artículo llegó a la redacción de Temps era Temps, su director y conductor, Àngel Casas, tardó menos de veinticuatro horas en localizar al genial compositor y director artístico de sus propios hijos quien, siendo alto grado de ejército del aire, los lanzó a la fama interpretando, sobre todo, sus propias composiciones en catalán, circunstancia insólita si se tiene en cuenta que entonces la sociedad española vivía un duro epílogo franquista durante el cual la lengua catalana no andaba precisamente por un camino de rosas.

Pero esta vez Nicolau Pizà declinó viajar hasta los estudios de TV3 en Barcelona por motivos de salud, así que la semana pasada Queta y Teo se encargaron de relatar una historia que comenzó a principios de los sesenta, cuando la naciente casa discográfica Edigsa escuchó una grabación casera del propio Nicolau y respondió inmediatamente con un substancioso contrato para las nuevas e indiscutibles estrellas. Y es que sus blancas voces, ajustadas al milímetro, y la frescura de las composiciones cautivaron totalmente al público, de tal modo que, ya desde un principio, triplicaron las ventas discográficas de los grandes de la Cançó, que entonces empezaban a tener difusión, e incluso el propio Joan Manuel Serrat llegó a actuar de telonero suyo.

Actualmente, Queta y Teo viven alejados de la música profesional, pero Nicolau Pizà, ya retirado del ejército, sigue totalmente activo en lo musical y literario en su marinero domicilio de la Colònia de Sant Jordi, donde siempre ha guardado un repertorio completo por si su hija Queta volvía a cantar, pero ella jamás ha querido regresar a la fama y dice sentirse muy a gusto en la Colònia.