Los galardonados posan con Francesc Antich y con las presidentas de los Consells Insulars. Foto: PERE BOTA.

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«Defendemos el derecho a la discrepancia porque la discrepancia, lejos de ser un obstáculo es el origen del diálogo, la herramienta básica en favor del entendimiento y la resolución ponderada de los problemas». El president del Govern, Francesc Antich, ensalzó ayer el derecho a la diferencia en su discurso institucional pronunciado con motivo de la entrega de las Medalles d'Or y de los Premis Ramon Llull de la Comunitat.

En cualquier caso, Antich quiso dejar clara la diferencia que existe entre las discrepancias políticas coyunturales y los problemas ciudadanos, de tal forma que consideró que estos problemas sólo podrán encontrar una solución positiva y rápida «desde la colaboración sensata de las administraciones, desde la lealtad institucional y desde la cultura del pacto». Desde esta defensa de la diversidad, el president se mostró convencido de que España debe encaminarse hacia el objetivo político de la configuración de un estado plural, de cariz federal, «donde todas las nacionalidades nos podamos sentir cómodas desde el respeto a las diferencias y a las discrepancias».

En un discurso marcadamente nacionalista, el president hizo constantes referencias a Balears como «país». Destacó que, este año, la Comunitat Autònoma cumple su mayoría de edad «que va camino de completar el proceso de construcción política e institucional que tanto el Estatut como la Constitución nos reservan». Añadió que Balears nunca se perderá «en la nebulosa de la globalización» porque, según dijo, los ciudadanos de las Islas «somos capaces de alimentar nuestros particularismos». Al hilo de esta reflexión, el president hizo una llamada a los ciudadanos para defender la identidad de Balears como pueblo porque, en caso contrario, «corremos el riesgo de perder el lugar que nos corresponde». «Tenemos que ser para decidir; si no somos, no decidiremos», afirmó el president en su discurso.