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La carne de las reses nacidas, criadas y sacrificadas en el Archipiélago podrá ser comercializada con la marca «Origen de les Illes Balears» y con una etiqueta identificativa en la que se incluirá la edad del animal en el momento de su muerte para tranquilizar a los consumidores isleños y, de esa forma, recuperar los volúmenes de venta que se registraban antes de la aparición de varios casos de encefalopatía espongiforme bovina en la Península.

Esta iniciativa, aprobada ayer en el Consell de Govern, tiene carácter voluntario, aunque fuentes del sector aseguraron que será secundada por la mayoría de productores ya que son los primeros interesados en tranquilizar a los consumidores. Hay que tener en cuenta que los expertos han descartado que algún animal autóctono con la enfermedad entre en la cadena alimenticia ya que, en las Islas, se sacrifican las terneras entre los 9 y los doce meses y que se retiran los materiales de riesgo para ser incinerados. Para participar en esta regulación, los ganaderos deben informar a la Conselleria d'Agricultura del modelo y el contenido de la etiqueta, del sistema de garantía de la veracidad de la información y de los medios de control que aplican durante los procesos de producción y venta.

Asimismo, el uso de las marcas obliga a los productores a inscribirse en un registro oficial en el Servicio de Industria y Comercialización Agraria de la conselleria. En lo que respecta al enterramiento controlado de reses, el portavoz del Govern, Antoni Garcias, resaltó que la medida excluye «a los cadáveres de los animales que hayan mostrado síntomas de padecer encefalopatías u otras dolencias que puedan afectar a los humanos».

Asimismo, en el decreto se establece que los cuerpos de los animales muertos que no vayan a entrar en la cadena alimenticia tendrán que ser sepultados bajo la supervición de los veterinarios de la conselleria y que el proceso debe cumplir una condiciones mínimas. «El enterramiento debe hacerse con profundidad suficiente como para impedir el acceso de carnívoros, en zonas donde no se produzcan filtraciones que contaminen acuíferos ni el entorno natural y cubriendo los restos con desinfectantes autorizados», aseguró Garcias.