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En el 91 Yarza ya advirtió de los males de las prostitutas callejeras Dígale usted al político que lo haya dicho, que mi c... está más sano que el de su madre», nos decía ayer, vía móvil, una prostituta indignada por la frase de «todas las prostitutas de Palma padecen enfermedades venéreas». Traté de explicarle que quien la había pronunciado se refería a las prostitutas callejeras, que no a las de muebles, casa de lenocinio, bares de alterne, etc. Que en casi todos ellos, por no decir en todos, la higiene es una norma que se lleva a rajatabla, pues, como nos contó una vez una profesional del amor, «la maquinaria es lo que más se cuida en la industria», y ellas, la maquinaria la tienen en el órgano. Pero, bueno, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Me refiero al movidón de anteayer, ya que en 1991, el por entonces responsable de la cosa sanitaria, José Yarza, denunciaba, desde la misma Porta de Sant Antoni, que casi todas las prostitutas que pululaban por aquel lugar no estaban muy sanas. Y mucho antes ya lo decían Jaume Santandreu y el médico Barceló y... bueno, pues que ahora, con lo que ha llovido, los probostes de la política han llegado a la conclusión de que la venérea, y algo más, es compañera de viaje de la prostitución palmesana (servidor vuelve a matizar: palmesana callejera), surgida de la droga y, en los tiempos más recientes, de la deseperación de la inmigrante que llega en oleadas y que a falta de trabajo se tiene que buscar la vida en eso. Sumen luego los puteros callejeros, que son legión. Que se lo digo yo que me paso muchas noches recorriendo las Avenidas y alrededores.