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Pascaline Segbo tiene cientos de historias atroces de mujeres del Àfrica Subsahariana para quienes la educación está vedada, que están subyugadas a la autoridad del marido, que padecen problemas de malnutrición y sida, que dan la vida y pierden la suya por parir en pésimas condiciones sanitarias debido a sus dificultades para acceder al sistema de salud, que sufren la mutilación de sus órganos genitales por la creencia absurda de que así permanecerán fieles a sus maridos o porque de lo contrario provocarían la impotencia de sus esposos o que son cebadas en la infancia para resultar más atractivas de cara a un matrimonio.

Pascaline Segbo está comprometida desde hace 21 años en la promoción y la defensa de los derechos de las mujeres, la lucha contra la práctica de la ablación y por la salud de la reproducción y la promoción económica de las mujeres. Como portavoz de la mayoría de las mujeres africanas que viven una cadena perpetua de imposiciones, Pascaline Segbo, de Burkina Faso, será la primera ponente del ciclo de conferencias y exposiciones «Històries de dones contades per dones», que se inicia mañana, lunes, en el Centre de Cultura Sa Nostra de Palma organizada por el Fons Mallorquí de Solidaritat i Cooperació a iniciativa de Mallorca Amiga con la colaboración del Institut Balear de la Dona, y que se trasladará el próximo miércoles y jueves a Eivissa y Formentera para dar su charla en Can Ventosa y el salón de plenos formenterés.

Comadrona, diplomada en Salud Pública, especialista en salud de la reproducción y formadora de género y desarrollo, Segbo afirma que, a pesar de las muchas dificultades que viven las mujeres en Àfrica, «afrontamos este nuevo tiempo con esperanza y solidaridad para vencer los obstáculos». Esta mujer se considera privilegiada, frente a la mayoría de las africanas, porque, aunque fuera de manera totalmente fortuita, pudo estudiar y alcanzar el estatus que hoy detenta. Recuerda que sólo un 12 por ciento de las mujeres saben leer y escribir, pero también que la escolarización alcanza al 30 por ciento de la población joven, lo que le hace mirar «con esperanza el futuro».