A sor Margalida le gusta patearse la calle y así conocer la realidad del lugar donde vive y trabaja. Foto: CLICK.

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He conocido a Margalida Colmillo Pol, para más señas, hermana de la Caridad nacida en Binissalem, en la parroquia limeña de San Juan María Vianney, fundada por el cura mallorquín Bernat Martorell. Con ella, en taxi, nos hemos ido al poblado Delicias de Villa, que ni es villa ni hay delicias por ninguna parte, sino todo lo contrario, puesto que Delicias de Villa son decenas de miles de chabolas hacinadas sobre la ladera del monte, desde cuya cumbre se divisa un precioso parque natural, tras el cual emerge la Perú rica.

En lo que reponemos fuerzas en la cocina de la casa que las hermanas tienen en aquel mísero y superpoblado lugar, echo un vistazo al álbum en el que queda reflejada la historia de las Hermanas de la Caridad en aquella parte de Lima, cuyos orígenes se remontan a treinta años atrás cuando tres monjas de la orden, Mercedes Bonnín, Jerónima Gornals y Magdalena Obrador, animadas por el cura Miguel Rosselló, de Bunyola, que había llegado allí bastantes años antes, iniciaron en Delicias una obra que hoy está completamente consolidada, y que merece el respeto y la admiración de sus convecinos, gentes sencillas, que en dos ocasiones invadieron aquellos lugares, asentándose en casas humildes, de adobe y techo de uralita.

Margalida me lleva a que vea el colegio de inicial (para niños de 3 a 5 años); vemos también el centro médico donde se atiende a todo el mundo, lo cual es un privilegio, pues en Perú, al no existir Seguridad Social, quien no tiene dinero no puede ir al médico, en cambio allí, por dos soles "120 pesetas" el médico te atiende y te receta; luego visitamos las dos bibliotecas, el horno, el pequeño taller de chompos, o bufandas, y cuatro comedores.