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R.C./P.C.
«El último pedazo del Muro de Berlín ha caído», afirmó ayer el presidente del Gobierno, José María Aznar, al referirse a la «revolución» Serbia y la movilización de los ciudadanos yugoslavos para exigir la retirada de Slobodan Milosevic. Aznar realizó estas declaraciones en Port de Pollença, a su llegada al Club Náutic junto con el primer ministro portugués, Antonio Guterres, donde almorzaron para participar posteriormente en el Foro Formentor que debate la seguridad en el Mediterráneo.

Ambos mandatarios aceptaron comparecer ante los medios de comunicación, pero sólo realizaron comentarios sobre los sucesos de Yugoslavia. El jefe del Ejecutivo español, por ejemplo, elogió la actitud del pueblo yugoslavo y de la oposición democrática en ese país y subrayó que se ha demostrado la importancia de la movilización social para ganar las libertades y la democracia.

Tras considerar que lo sucedido en las últimas horas en Yugoslavia ha formado parte de «una jornada extraordinariamente emocionante», Aznar dijo que lo que hace falta ahora es que el proceso institucional se culmine de una forma tranquila y pacífica que permita la asunción del poder por parte del líder de la oposición, Vodislav Kostunica.

Recordó el presidente del Gobierno que el pasado 20 de septiembre, durante su visita a las tropas españolas en Kosovo, advirtió de que con Milosevic nada era posible y que sí lo sería con el triunfo de la oposición en las elecciones presidenciales que se iban a celebrar. «Es posible ahora y hay que hacerlo realidad», dijo Aznar, quien ante una pregunta sobre el posible paradero de Milosevic dijo que lo más importante es que «el lugar de Milosevic no es la presidencia de Serbia y su etapa y el mal que ha hecho se ha terminado».