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El IX Congreso del PSIB-PSOE se clausuró con la elección de Francesc Antich como secretario general con un resultado incuestionable, con el 91'82 por ciento de los votos a su favor. Uno de los factores destacables de este congreso, además de liderazgo indiscutible de Antich al frente de los socialistas, es la absoluta renovación en la nueva Ejecutiva, con lo que se pone fin a una época difícil para el partido en la que diversas familias pugnaban por las áreas de poder. Y, para reafirmar el liderazgo del actual president de la Comunitat Autònoma, todas las fuerzas políticas que integran el Pacte de Progrés manifestaron su lealtad y su compromiso de seguir avanzando en este camino.

Es evidente, tal y como aseguraba el president en su discurso que ha comenzado un cambio «tranquilo, aunque profundo», porque la izquierda tiene en estos momentos un líder sólido que cuenta con un respaldo importantísimo, lo que puede repercutir, sin lugar a dudas, en el ejercicio cotidiano del gobierno. Y es importante que esto se haga desde el diálogo y el debate, tal y como aseguró Antich, no sólo dentro del PSIB, sino también en el seno de las fuerzas que conforman el Pacte de Progrés.

Tampoco olvidó Antich una defensa del autogobierno de Balears y se refirió a la lealtad institucional que reclama al Gobierno central y al episodio del convenio de carreteras, asegurando que «en la España de las autonomías no es posible que Madrid decida por nosotros».

Probablemente para Antich ha sido algo más que un congreso, ha sido la reafirmación de sus apoyos parlamentarios y, lo que es más importante, de las bases de su partido, que, después de mucho tiempo, le han otorgado a él un liderazgo del que no gozaron sus predecesores.