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El otro día los espectadores españoles de Carreras pudieron vivir de cerca otro episodio de la prepotencia que exhiben ciertos ciudadanos alemanes. Por fortuna, los germanos instalados a golpe de talonario no son mayoría, aunque por el camino que llevan pueden serlo dentro de poco. Me estoy refiriendo a los alemanes nuevos ricos, los que por una cosa u otra han ganado dinero en los últinos años y parte de él lo han invertido en la Isla adquiriendo metros cuadrados de ella en los que han construido sus casas, o sus negocios, marcando territorio de forma descarada.

Resulta que en el concierto de Carreras, junto a la Reina y al Príncipe de Asturias, se sentaron dos alemanes, los presidentes de TUI y de Preussag con sus respectivas esposas. Antich, presidente de la Comunitat balear, se tuvo que conformar con una quinta silla a la izquierda de don Felipe. Aunque peor estuvo ubicado Joan Fageda, alcalde de Palma, ciudad en la que se celebraba el concierto, que tuvo que ocupar el palco del Ajuntament. ¿Y qué me dicen de Maria Antònia Munar? No fue invitada por los grandes patrocinadores. Es más, si TUI patrocinaba el recital, también lo patrocinaba Melià, y su presidente, Escarrer, ocupó plaza en un palco, lejos de la Reina y el Príncipe. ¿Dónde estaban los de protocolo de Zarzuela y de la Comunitat de Balears cuando comenzó a sentarse la gente? ¿De vacaciones? Si no, ¿cómo permitieron tal ocupación de puestos?

¡Ah, bueno! y que me expliquen los servicios de Protocolo qué pasó. Si fue error suyo, malo; si fueron esos caballeros los que sin más ocuparon esos sitios, peor; y si es el protocolo el que ha cambiado, apaga y vámonos. En Alemania, eso no hubiera sucedido.