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Será el congreso de las rosas, que para eso son socialistas, pero difícilmente volverá a ser el congreso de las margaritas, valga la fácil metáfora. La alcaldesa de Calvià, Margarita Nájera, dejará con toda seguridad de ser la presidenta del PSIB-PSOE dentro de exactamente dos semanas, fecha en la que se celebrará el IX congreso del partido; tiene además enormes posibilidades de no estar ni siquiera en los órganos de dirección del partido.

Pese a las declaraciones oficiales realizadas por hombres cercanos a Antich, el próximo secretario general de los socialistas no quiere ni oír hablar de un partido con una dirección bicefálica: por un lado, el president del Govern; por el otro, Margarita Nájera. A pesar de que las declaraciones oficiales de los socialistas tratan de poner paños calientes para no provocar un conflicto con la alcaldesa de Calvià antes del congreso, lo cierto es que Nájera apenas cuenta ya con apoyos para aspirar a algo más que una simple vocalía en la Ejecutiva.

La alcaldesa de Calvià ha podido presumir durante todos estos años de ser el principal referente institucional del socialismo, la única líder que gobernaba una institución de peso. Esta situación de privilegio ha cambiado y ahora es Antich el líder natural del socialismo balear. A fin de cuentas, el Ajuntament de Calvià no es nada comparado con la Presidència del Govern.

Sin embargo, más allá de su posición relativa en el partido al frente de una institución, la pérdida de peso político de Nájera deviene de su ambigua posición política mantenida durante algunos años. En primer lugar, en el entorno del president del Govern, todavía no se ha terminado de digerir la peculiar campaña electoral promovida por la alcaldesa de Calvià. Pese a ser la presidenta del partido, olvidó las siglas del PSOE y se promocionó en solitario con la campaña de las margaritas. Era otro partido al margen del PSIB-PSOE-. A Nájera, la estrategia «personalista» le fue muy bien: logró mayoría absoluta y 6.712 votos. Sin embargo, el 'olvido' de la rosa en la campaña hizo que Antich tuviera que conformarse con 5.051 votos, casi 1.700 votos, menos en unos momentos en los que el PSOE no podía perder ni un solo apoyo si aspiraba a colocar a un hombre en el Consolat de la Mar.