TW
0

Alas once de la mañana, en la plaza de los Monteros de Sant Jordi, se iniciaba en el Bar Peixet la inscripción para participar en las carreras de cintas. Mientras, el presidente de la asociación de vecinos, Andreu Garau, y Juan Costa prendía de un largo hilo de alambre un centenar de coloristas cintas de raso bordadas y pintadas por artesanas locales.

Esta actividad goza de gran tradición en Sant Jordi. Juan Costa todavía recuerda que: «Siempre las he visto durante las fiesta de agosto y de jovenzuelo las 'corría', incluso con mi padre. Antiguamente las bordaban las jóvenes sentadas en el portal. Los que las ganaban se apresuraban luego a obsequiarlas a su al·lota. A cada uno de los casi cuarenta participantes se les dio un número y a la vez un lápiz para prenderlas de la anilla, estando todo este proceso muy bien organizado.

A diferencia de antaño, en que las carreras de cintas se «corrían» en bicicleta, en Sant Jordi primaron las motos de media y gran cilindrada. Los pilotos demostraron gran pericia, pues no resultaba fácil mantenerse en equilibrio mientras el participante que iba sentado detrás intentaba, puesto en pie, introducir el lápiz y ganarse la cinta. Todos, unos más y otros menos, consiguieron su preciado premio y pasearlo anudado al manillar de su moto.