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El vallisoletano Manolo Sánchez se presentaba en Inca y lo tenía claro. Quería llevarse el triunfo en el esportón. Anduvo elegante con el percal y su primera faena la inició sentado en el estribo para seguir toreando de rodillas animando mucho el ambiente. Suavidad y cadencia tuvieron varias series con la diestra, circulares invertidos y desplantes para adornarse y luego, toreo efectista de cercanías, para acabar con una serie de naturales. Metisaca y estoconazo que bastó.

Con una larga cambiada saludó al segundo de su lote a la que siguieron verónicas sin acoplarse. Con doblones inició el trasteo hasta los medios y en estos terrenos enjaretó las tandas de ligados y entonados pases en redondo llevándolo muy toreado y bajándole la mano. Su oponente no paraba de tirar derrotes. Aprovechando la embestida se aplicó en molinetes, tres pases al natural a base de insistir y siete manoletinas. Pinchazo y estocada trasera pero eficaz. «Espartaco» causó una esperanzadora impresión por su animosidad, serena compostura, y la claridad de ideas de quien se encuentra en buen momento. No se pudo lucir con el percal y con la roja basó la faena con la diestra, a excepción de la lograda con la zurda ayudándose. Finiquitó de media y descabello. Se le concedió la oreja con cierto retraso pues había poca petición.

Su faena al segundo resultó mejor toreando en redondo con gusto y temple. Pudo someter al que prefería terenos de toriles y sacarle dos buenas tandas con ambas manos. Después levantó al público de sus asientos con un circular invertido rematado con doble de pecho y pases de rodillas. Acabó de pinchazo y estocada casi entera, sonándole un aviso.