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En lo que el Rey embarcaba con la tripulación en el «Bribón» y se hacía a la mar con el fin de realizar el último entrenamiento antes de que dé comienzo una nueva edición de la Copa del Rey "hoy, a partir de media mañana", la Reina, la infanta Cristina y el pequeño Juanito llegaban al RCN de Palma y se sentaban en la terraza junto a los tripulantes del «Azur de Puig» "el barco de la infanta" y el patrón, Puig, quien invitó a café con pastas. Tanto la abuela como la madre vestían atuendos veraniegos y calzaban porqueres, aquélla, y zuecos, ésta. El crío, que iba descalzo, salvo unos instantes que su madre lo tomó en brazos estuvo siempre sentado en su cochecito.

Mientras los adultos conversaban entre ellos, el pequeño, muy guapo, muy expresivo, y que ya está hecho un hombrecito, jugaba con dos niñas que se habían acercado hasta donde estaba sentado; luego jugueteó con su madre y con la Reina, a quien, dicho sea de paso, le está sentando muy bien lo de ser abuela. Por espacio de media hora permanecieron en la terraza, donde, poco a poco, el pequeño se fue erigiendo en el protagonista, pues todos se acercaron a hacerle monerías o tamarlo en brazos. Él seguía mirando a su alrededor, tratando de no perder detalle de cuanto acontecía.

Antes de abandonar el RCN, la Reina y su hija, con el niño en brazos, se dieron una vuelta por los stands. Doña Sofía se detuvo en el del Breitling. Nicolás Pomar se interesó por el estado del casco de plata que consiguió el Bribón el pasado domingo, en la regata del mismo nombre, y que rodó por los suelos durante la entrega, había surgido algún desperfecto "si se había abollado, vamos" y la Reina, sonriente, contestó que no. A bodo del Mercedes conducido por doña Sofia, con su hija y nieto detrás, regresaron rápidamente al palacio de Marivent.