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En la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillados de Palma no se recuerda una situación tan dramática de los embalses, a estas alturas del año, como la actual.

Hoy por hoy, los pantanos se encuentran al 19 por ciento de su capacidad, una cifra insignificante si se tiene en cuenta que estamos en primavera y que los meses propios de lluvia han quedado atrás.

La ciudad y la Isla entera se enfrentan a un verano complicado, un tiempo en el que no hay previsiones de lluvia y en el que no se podrá hacer uso de lo que durante décadas fue el gran almacén de agua potable, que garantizaba el abastecimiento de la ciudadanía durante los meses de calor.

Ahora, en cambio, los embalses están en reposo desde octubre del año pasado y su nivel se mantiene bajo mínimos. Tanto, que los peces muertos son la tónica de cada día e, incluso, han quedado al descubierto pequeñas construcciones de piedra que durante años estuvieron sumergidas bajo las aguas.

El Gorg Blau y Cúber fueron construidos en la falda del Puig Major a finales de la década de los sesenta por el Ministerio de Obras Públicas, a propuesta del entonces responsable del Servicio Hidráulico de Balears, Mariano Pascual.

El primero tiene una capacidad máxima de 6'5 hectómetros cúbicos y el segundo de 4'5. En total, suman once hectómetros cúbicos de capacidad, lo que supone el 22 o 23 por ciento de lo que consume Palma al cabo del año, y que serviría para abastecer a Ciutat durante tres meses en caso de no emplearse más que esta fuente. El Estado franquista concibió este proyecto para la isla de Mallorca y propuso que la obra fuese financiada al 50 por ciento por el Ministerio, por un lado, y por los municipios mallorquines interesados, por otro.

Pero a la hora de la verdad, según recuerda Arturo Cadenas, director gerente de EMAYA, el único que mostró interés y accedió a pagar fue el Ajuntament de Palma.

Para conocer la cantidad que pagó el Consistorio por esta ejecución, la referencia más cercana es del año 1983, cuando tras la aplicación de la Ley de Regularización de Balances, éste anotó en sus cuentas un coste de 1.100 millones de pesetas. A lo largo de estos treinta años de existencia, los pantanos de Mallorca han pasado por momentos de escasez, nunca como ahora, y de extrema abundancia, tanto que en ocasiones el agua recogida desbordó los límites. La más reciente de estas situaciones se remonta a finales de 1996, pero también sucedió en 1978, 1986, 1987 y 1991. En 1998, la empresa municipal se decidió a ejecutar la construcción de una conducción de agua desde el Gorg Blau hasta el acuífero de s'Estremera, que por sus características lo hacen asimilable a un embalse subterráneo, de modo que está capacitado para almacenar y conservar esta agua sobrante, evitando su derroche.