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Desde 1996, un grupo de profesores de la UIB, encabezado por Xavier Bornas, está trabajando en un programa de tratamiento del miedo a volar, conocido por sus iniciales en inglés, «CAFFT», que traducido significa «Tratamiento asistido por ordenador del miedo a volar». En febrero de este año se firmó un convenio con AENA, organismo que financia ahora el programa. Gracias a esta colaboración, el tratamiento es gratuito para los pacientes. Con motivo de ese acuerdo, en la mañana de ayer fue presentado a los medios de comunicación, en el aeropuerto de Son Sant Joan, dicho programa. En el mismo también participa Air Europa, que abona el cincuenta por cien del billete del trayecto Palma-Barcelona-Palma, viaje que llevan a cabo quienes han superado con éxito el tratamiento.

Al acto asistieron el mencionado Bornas, el doctor en psicología Miquel Tortella, la terapeuta Xisca Barceló, Tomás Melgar y Yolanda Martínez en representación de AENA y el subdirector de márketing de Air Europa, Víctor Bañares.

«La mayoría de personas que quieren acogerse al programa son aceptadas. Sólo si el miedo es leve o si la fobia forma parte de un problema psicológico más grave, se les recomiendan otras posibilidades», afirmó Xisca Barceló, añadiendo: «El programa consta de dos partes. La primera es una entrevista inicial de evaluación; la segunda es el tratamiento propiamente dicho, en donde hay diversas sesiones de exposición de imágenes en un monitor. Dichas imágenes están relacionadas con situaciones de vuelo -preparativos, embarque, despegue, aterrizaje, accidentes-». «La simple exposición a estas imágenes ayuda a que la ansiedad del paciente vaya bajando poco a poco. Cada paciente acude a dos sesiones semanales de una hora de duración a lo largo de, como media, tres semanas», señaló Miquel Tortella.

Como se ha indicado, el tratamiento acaba con un vuelo real de ida y vuelta a Barcelona. En el mismo, el terapeuta vuela con un número reducido de pacientes, entre dos y cuatro, para observar sus reacciones y comprobar que el tratamiento ha sido un éxito. «Durante el vuelo se intenta que el paciente esté distraído, que lea el periódico o que charle tranquilamente. Como anécdota cabe señalar que en el vuelo de la pasada semana hubo turbulencias, pero no se produjo ninguna situación de ansiedad», indicó Barceló. En cualquier caso, hay siempre un seguimiento del paciente a los seis meses y al año del tratamiento.