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El poeta Mossèn Costa i Llobera (Pollença 1854 " Palma 1922) ha ganado la batalla de la eternidad entre los cactus y las palmeras de un jardín barcelonés que toma su nombre. En la falda de la montaña de Montjuïc lleva ya casi 30 años, desde que el 22 de junio de 1970 se inaugurase «uno de los diez mejores jardines del mundo», así como aseguraba el profesor Allen Lacy en «The New York Times».

Uno de los fundadores de la llamada Escola Mallorquina, junto a Joan Alcover, Marià Aguiló y Miquel dels Sants Oliver, Miquel Costa i Llobera fue conocido en vida por el exotismo de su poesía y su formalismo griego, demostrados, respectivamente, en «Visions de Palestina» (1908) y «Horacianes» (1906).

De este modo, no se le podía dedicar otro jardín que el que estuviera compuesto por 800 especies de cactus y plantas crasas, además de 18 tipos de palmeras, procedentes de Chile, Sudáfrica, Australia, California, Bolivia o Argentina. Dicen que en Europa sólo puede compararse al famoso Jardín Exótico de Mónaco. Y es que las 6'15 hectáreas (unos seis campos de fútbol) que posee de extensión invitan al visitante a pasearse entre formas aplanadas o redondeadas, rectas, circulares, musgosas, cuadradas, pequeñas o grandes. El cactus más viejo del jardín es un Oreocereus neocelsianus, que cuenta con unos 200 años.

El poeta pollencí se halla evocado en dos esculturas. En una de las entradas de su parte superior, cerca del antiguo centro de Televisión Española en Miramar, «L'au dels temporals», obra de Joaquim Ros Bofarull, evoca el mítico paisaje que Costa i Llobera retrató a través de uno de sus poemas más famosos, «El pi de Formentor» (1875). «Amunt ànima forta, traspassa la boirada / i arrela dins la natura, com l'arbre dels penyals / veuràs caure a tes plantes la mar del món irada / i tes cançons valentes 'niran per la ventada / com l'au dels temporals», reza la lápida que recuerda al literato. Y en la parte inferior del parque exótico, una encajera («La puntaire») sigue, impasiva, hilando sus puntas de cojín, inmortalizada en bronce por Josep Viladomat. Está sentada de cara al puerto de Barcelona, a su zona industrial, y, sin levantar la vista, observa el tráfago diario de mercantes y pasajeros y coches que circulan a sus pies por la Ronda Litoral.

Joaquim Maria Casamor concebió el proyecto del jardín a finales de los años sesenta en un intento para dotar Montjuïc de espacios verdes.