TW
0

Los «mapuches» (gente de la tierra) realizaron una heroica resistencia a los conquistadores españoles en el siglo XVI para preservar su cultura y tierras del invasor. En los albores del siglo XXI han sido ellos los que han decidido abandonar la tierra que les vio nacer para denunciar el «genocidio» que les amenaza. Muchos años atrás, lucharon con arcos y flechas para defender su territorio; ahora, se han desplazado en avión a Balears para desafiar a la compañía ENDESA y retarles a un duelo «que sólo acabará con la muerte de todos nosotros si la empresa española no suspende su proyecto de construir la presa de Ralco», según aseguró ayer Nicolasa Quintermán Calpan, la «lonko» (abuela mapuche) que explicó la situación que vive su pueblo en la sala de juntas de ses Minyones.

En la primera invasión española, los héroes araucanos fueron Lautaro, Galvarino y Caupolicán, todos ellos asesinados tras crueles sesiones de tortura, desconocidas entonces en aquellos remotos parajes. Hoy, se llaman Carolina Manque Caniuqueo, Armando Marileo, la menorquina Patricia Ballesteros (que desafió a la policía chilena al apoyar la reinvindicación indígena) y el abogado Roberto Celedón, todos ellos integrantes de una delegación del pueblo Mapuche que se encuentra estos días en Balears para pedir el apoyo de las instituciones y de la sociedad balear a fin de parar el proyecto de construcción de la presa de Ralco. Si el proyecto prospera, significará la «desaparición» de dos comunidades indígenas.

Tras pasar unos días en Menorca, la expedición mapuche se encuentra desde ayer en Palma, donde tiene previsto entrevistarse con responsables de las diversas administraciones públicas, sindicatos, organizaciones no gubernamentales o partidos, así como participar en exposiciones y conferencias. Los representantes de este pueblo indígena explicaron que ENDESA pretende construir la segunda de un proyecto de siete presas hidroeléctricas en la zona del Alto Bio-Bio, lo que supondrá el éxodo de muchas familias hacia áreas poco productivas, con la ruptura de una cultura y tradición milenarias de respeto a la naturaleza. Según Roberto Celedón, «argumentando un supuesto progreso económico y social en la región se engaña y coacciona a los campesinos mapuches para expulsarles de sus tierras, acabar con una cultura, una lengua y una tradición que no necesita de grandes proyectos faraónicos para sentirse libre».