TW
0

El mercadillo es un lugar de venta y cambio, de regateos. Mucho sabe de este arte Pedro Martínez García, el vendedor más veterano de la 'fira' de Palma. Lleva en este oficio unos cuarenta años, desde que se trasladó de Cartagena a Mallorca, y su jornada diaria es de catorce horas. «Todos los días recorro las calles de Palma en busca de objetos para vender. A veces se hace el milagro y encuentro, en algún contenedor, algo de valor que significa para mí una interesante entrada de dinero».Otras tantas horas le esperan los sábados en el mercadillo de las Avenidas, al que se traslada el viernes a las 23.00 de la noche para «coger sitio» y no abandona hasta pasado el mediodía. Pero es que en casa tiene ocho bocas que alimentar, una mujer y siete hijos.

Pedro asegura que esta profesión es «criminal, porque en la calle te juegas la vida», pero que vale la pena «porque si tienes un buen día puedes llegar a hacer más de 30.000 pesetas». Y es que la gente lo compra todo: «Puedes llegar a vender una aguja en un pajar». Esto llama mucho la atención a Pedro, que posee una clientela fija. «La gente compra cosas que tirarían si las tuvieran en su casa». Dice ser fundador de mercadillos como los de Consell o Inca, a los que raramente se traslada. Cuando echa la vista atrás siente nostalgia, porque «antes eran otros tiempos y era más fácil ganarse la vida con esta profesión, aunque éramos más».