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Me decepcionó el primer pleno del Parlament, sobre todo por cómo retiraron los que mandan una de las leyes que habían propuesto y por la falta de polémica en los "pocos" temas tratados. Claro que era el primer día, y esto acaba de comenzar. También me llamó la atención el gesto de preocupación que descubrí en el rostro de Maria Antònia Munar. ¿Por qué?

Al llegar al Parlament me encontré con que los sillones del hall se habían cambiado de sitio, o al menos eso me pareció, con la particularidad, además, de que ya no se puede pasar fácilmente entre ellos. Dicen que el cambio ha sido obra de Francesc Garí, a quien algunos llaman ya «el decorador».

Por cierto, ¿cómo le diría a Carlos Maximiliano Morales, president del Parlament, que a una persona del peso específico como él los trajes cruzados le sientan como a un Cristo dos pistolas? ¡Ah! ¿que se lo acabo de decir? Pues eso, Carlos. Y perdona por la confianza.

Y hablando de trajes, ¡cómo han cambiado de traje los señores diputados eh...! Bueno, excepto la consellera de Medi Ambient, casi todos. Y el que más, Pere Sampol, que está irreconocible. Ni que fuera el Gran Gatsby. Vamos, que aquello de ir a vestirse en rebajas ya ha pasado a la historia. Y Grosske, pues lo mismo: «Es que he cambiado la boutique de Pryca por la del Corte Inglés». Y... Pues saben lo que les digo, que este año, una de las parejas que más van a darse, parlamentariamente hablando, será la formada por Rosa Estaràs y Grosske, sobre todo en tema de asuntos sociales, a no ser que le den la cartera a la consellera Fernanda Caro, y entonces será con ésta con quien se las verá. Pero ayer ya estuvieron enzarzados ambos. Estaràs golpeando y Grosske, a la contra (por cierto, Groske usa coche oficial, que ayer, dicho sea de paso, habían aparcado sobre la acera, y como buen proletario que es, monta en el asiento de al lado del conductor, no en el de atrás).

Y acabo. ¿Saben lo primero que miró Celestí Alomar tras tomar posesión de su cargo? Ver si Balears podría entrar aún en los programas turísticos y festivos de la Nochevieja que precede al nuevo milenio. Pero no. Era ya tarde. ¡Lástima!