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Este domingo se convirtió en una jornada negra en las carreteras españolas, donde una salida de la vía de un autobús en las proximidades de la población zaragozana de La Muela costó la vida a 28 pensionistas. Cinco jóvenes perecían también en un choque frontal en Malla, Barcelona. Al parecer uno de los vehículos circulaba en sentido contrario. Y a éstos, los más aparatosos, hay que sumar otros en diversos puntos de la geografía del país con un balance también trágico. Todos estos siniestros se produjeron en un día en el que la climatología era realmente adversa.

En vista de estos acontecimientos, es evidente que continúan siendo necesarias las campañas de concienciación de la Dirección General de Tráfico y cuantos llamamientos a la prudencia sean precisos. Ahora bien, las autoridades debieran también reflexionar y emprender cuantas acciones deban para mejorar nuestra infraestructura viaria y eliminar los llamados «puntos negros» de nuestras carreteras. Es evidente que aún existen zonas de un elevado peligro, que se ve agravado cuando se producen precipitaciones.

Y, por otra parte, debería efectuarse una revisión por lo que atañe a los autobuses y autocares. En los últimos tiempos se están registrando ya demasiados accidentes de estos vehículos como para no preguntarse qué está pasando. La normativa, por lo que respecta al estado de los vehículos, a las horas de conducción de los profesionales y a las condiciones de seguridad, debe cumplirse a rajatabla. Pero tampoco podemos olvidar que en demasiadas ocasiones la imprudencia es determinante y el factor humano es el causante de la tragedia. Por eso es importante que prestemos la atención necesaria y nos conduzcamos con prudencia cuando estamos con las manos al volante.