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Una vez celebradas las últimas elecciones autonómicas hemos celebrado la primera Diada de Mallorca de esta nueva legislatura y la última de este siglo. Del discurso de la presidenta del Consell Insular de Mallorca, Maria Antònia Munar, con este motivo cabe resaltar su voluntad de continuar con la reivindicación de la nacionalidad histórica para nuestra Comunitat, en la línea lógica del nuevo Gobierno nacionalista que preside. Sin embargo, es una realidad la inexistencia de un auténtico sentimiento nacionalista en la sociedad balear y la escasa repercusión que tienen celebraciones como la de estos días entre los ciudadanos de las Islas, quienes además se pueden ver confundidos. No podemos olvidar que además de la Diada de Mallorca se celebra la Diada de les Illes Balears.

Munar planteó también la necesidad de que se produzca una reinversión equivalente al esfuerzo que realizamos los mallorquines por lo que a aportaciones económicas al Estado se refiere. Se trata de una aspiración no sólo lógica, sino de justicia, puesto que durante años hemos sufrido una total discriminación. Aunque evidentemente, y retomando las palabras de la presidenta, esto no debe hacerse «utilizando el mismo discurso de quejas». Precisamente por ello es necesario que los nuevos responsables políticos de Mallorca y de nuestra Comunitat demuestren su habilidad negociadora para conseguir para Balears todo cuanto nos fue negado durante décadas.

Hay que estar también de acuerdo en la necesidad de conseguir una perfecta simbiosis entre turismo y urbanismo, conservación del patrimonio y respeto y mejora de los espacios naturales. Pero ahora es hora ya de que se pase de las palabras a los hechos, que son los que definitivamente son los que dan o quitan razones.