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Hay decisiones políticas que tienen la capacidad de sorprender "e indignar" a los ciudadanos de a pie. En estas fechas posteriores a la constitución de los ayuntamientos, numerosas corporaciones están acordando aumentarse los sueldos. Y aunque algunos partidos han pedido a sus alcaldes y concejales que sólo se incrementen sus sueldos en la misma medida que el IPC "como el resto de los funcionarios del país", lo cierto es que parece que los afectados han cogido la oportunidad al vuelo y han aprovechado para subirse el sueldo de un modo que escandaliza a la opinión pública. El caso más sangrante es el de Calvià, donde la alcaldesa socialista Margarita Nájera "que ya cobraba 396.000 pesetas brutas al mes más gastos de representación" ha decidido subirse un cincuenta por ciento el sueldo, hasta alcanzar las 640.000 al mes en catorce pagas anuales. Más que los consellers del Govern y casi lo mismo que el president de la Comunitat.

La propuesta de Nájera se ha hecho pública el mismo día en que la dirección estatal del PSOE ha anunciado que todos sus cargos municipales sólo pueden tener el aumento derivado del IPC y que será inflexible con quien contravenga esta norma. ¿Será inflexible con la presidenta del PSOE balear? ¿Renunciará Nájera al aumento de sueldo como hizo el alcalde socialista de Sevilla tras el escándalo que se suscitó por una subida similar?

Pero Nájera no es la única. En Manacor, con mayoría progresista, la subida "lejos, lejísimos del IPC" es del veinte por ciento y en Llucmajor, gobernado por PP y ASI, el incremento supone nada menos que triplicar los anteriores sueldos.

Es cierto que llevar las riendas de un municipio, sobre todo si éste es grande y complejo, es una tarea de enorme responsabilidad para la que hay que estar plenamente capacitado. Y eso exige un salario acorde con la tarea a cumplir. Pero cualquier revisión salarial hay que hacerlo con sentido de la oportunidad y con moderación.