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Son las once horas de la mañana y la tripulación del vuelo JK105 de la compañía Spanair con destino a Arlanda (Estocolmo), que sale a las 12.25 horas desde Madrid, se reúne en la sala de personal de tripulación.

Lidia Linde es la jefa de cabina y supervisora. Lo primero, nada más dejar el bolso y saludar, es coger un café de la máquina y reunirse con Beatriz, Nicolás, Joanna y Manuela, esta última realiza hoy su primer vuelo.

Minutos después los comandantes Carlos Creus y Carlos Marroquín se unen al brieffing. En esta charla se comentan ciertos detalles imprescindibles en caso de que se produzca una emergencia: cómo realizar el reparto de comidas y refrescos, reparto de mantas y almohadillas y distribución de juguetes y regalos para los niños que vayan a bordo. El comandante aporta al coloquio de los auxiliares de vuelo algunas experiencias obtenidas a lo largo de casi 30 años en la profesión.

A las 12 horas los pasajeros suben al avión vía «fingers». Las azafatas reciben al pasaje con saludo y sonrisas. Veinte minutos más tarde el DC3 se elevará hasta conseguir 1.000 pies de altitud y una velocidad punta de 800 kilómetros por hora. «Buenos días, señores pasajeros "se escucha por el altavoz"...». Seguidamente las azafatas muestran cómo utilizar el chaleco salvavidas y las salidas de emergencia, así como la utilización de mascarillas en caso de falta de oxígeno. «El vuelo tiene una duración aproximada de tres horas y veinte minutos (aterrizaremos en Arlanda a las 16.00 horas). Durante el trayecto sobrevolaremos San Sebastián, París, Bruselas y Oslo». Tras apagarse el «chivato» del cinturón de seguridad, Lidia y sus compañeros de tripulación se dirigen a preparar las bandejas de la comida. «El espacio en un avión "comenta Lidia" es muy ajustado, en esta cocina todo está estudiado hasta el más mínimo detalle».

Joanna y Beatriz se ocupan de la zona «Avant Class» mientras Lidia acompaña a Manuela en la parte trasera del avión, guiándola y aconsejándola en su primer día de trabajo. El avión cuenta con 170 plazas y en él viajan 54 personas.

Las bandejas son distintas: En primera clase ofrecen dos menús a elegir, a cual más exquisito. En la zona turista el menú comprende carne y pescado rebozado, salsa, refrescos y postre con fruta y pastel.

Inmediatamente después de servir la bandeja al último pasajero, se realiza otra pasada entre los pasajeros para ofrecerles alguna bebida más. Seguidamente retiran las bandejas y desmontan el carrito, denominado mini-bar. Como es el primer día de Manuela, Lidia le enseña algunos detalles del interior del avión. «La técnica se adquiere con el tiempo. Con los ojos cerrados una TCP (Técnico de Cabina de Pasaje) tiene que saber hacer y encontrar cualquier cosa en el avión». Manuela escucha atentamente los consejos de su instructora. «No sólo debemos repartir zumos y bebidas, es importante saber dónde está el extintor. Se puede ser la más guapa y la mejor uniformada, pero lo imprescindible es la seguridad, la amabilidad y la eficacia». Mientras Lidia y Manuela repasan su temas, se puede observar cómo los pasajeros, la gran mayoría, descansa o echan una cabezadita; otros leen y, los que menos, miran por la ventanilla. l Julián Aguirre