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Comienzan los primeros escarceos. Y el centro de atención es Unió Mallorquina, el único partido que, en el Consell Insular de Mallorca y en el Parlament de Balears, puede escoger compañero o compañeros de viaje por cuatro años. Quienes se acerquen a UM para buscar alianzas, lo harán como la única posibilidad de encontrar ayuda, pero UM, por el contrario, tiene dos opciones.

Una, formar una complicada coalición con todos los partidos de izquierdas, a los que les une básicamente el objetivo de expulsar al PP del poder. Se trataría de trasladar al Parlament la fórmula del Pacte de Progrés, vigente en el Consell de Mallorca, con las incorporaciones de los diputados progresistas de Menorca, Eivissa y Formentera.

La otra, aparentemente más sencilla, es pactar con un solo partido: el PP, y hacer valer la fuerza de sus votos para lograr unas cotas de autogobierno jamás alcanzadas. UM tiene la gran oportunidad de convertirse en un partido histórico consiguiendo, en alianza con el partido que gobierna en España, que la tradicional política de olvido que se sigue en Madrid desde tiempos inmemoriales cambie, lo que ni Antonio Maura pudo lograr: una mejor atención para estas islas olvidadas desde Madrid.

Este desequilibrio financiero, que es tan lacerante para nosotros, no ha conseguido resolverlo nadie. Ni siquiera el propio PP cuando ha tenido la oportunidad de hacerlo con línea directa entre La Moncloa y el Consolat de la Mar. Ahora, con los votos de Unió Mallorquina, el nuevo Govern de Balears, en caso de ser presidido por el PP, tendría una composición acorde con los resultados electorales y la posibilidad de rentabilizar para los ciudadanos de estas Islas un pacto del que podrían obtenerse muchos e innumerables beneficios.