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Macabro espectáculo en el cementerio de Inca
Hace quince días, un lector de Ultima Hora de Inca "o seguramente de Inca" nos llamó para contarnos que en el solar anexo al cementerio de esta localidad "Inca" había ataúdes y restos de ataúdes junto al gran hoyo, «seguramente para quemarlos». Una semana después, o sea el domingo pasado, los restos, algunos patéticos, seguían ahí en el mismo lugar, ahora con algunas bolsas de basura azules repletas de coronas resecas por el tiempo y por el sol. Es costumbre que de forma periódica "tengo entendido que la legislación vigente marca unos plazos", los despojos humanos de los féretros pasen al osario (o se incineran y se los lleva la familia o se depositan en el columbario) y aquellos se queman. Al fin y al cabo son restos inservibles. Ahora bien, lo que no es de recibo es que los cementerios, como en este caso el de Inca, que dicho sea de paso más de una vez ha salido en los papeles por lo descuidado que está, no tengan un lugar adecuado, lejos de miradas sensibles, para llevar a cabo esta quema. Porque del mismo modo que ha entrado en el recinto la persona que ha hecho la foto, que conste que ha entrado legalmente, sin violentar puertas ni cerraduras, sino a través de una puerta que está abierta "la que ven en la parte superior de la foto, a la izquierda", que comunica el campo santo con este lugar, puede entrar todo el mundo, mayores, adultos y niños, y encontrarse con este plato de mal gusto. O caerse en él. ¿Y entonces, qué pasa...?

Joan Huguet, fotos a todo pasto
Anteayer se presentó el libro del Parlament, correspondiente a la cuarta legislatura, cuya edición ha costado cerca de dos kilos. Llaman la atención de él las 68 fotografías que han colocado del presidente Huguet. En realidad, parece más el libro de Joan Huguet en el Parlament que el libro del Parlament, cuarta legislatura. ¡68 foto, digo!... de 88, con su careto, son muchas fotos. Por lo demás, el libro está bien y, a ojo de buen cubero, es muy completo.