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Monseñor Teodoro Ubeda, obispo de Mallorca, presidió la solemne celebración de la clausura del Sínodo Diocesano de Mallorca, que tuvo lugar ayer en la Catedral.

La misa fue concelebrada la práctica totalidad de los sacerdotes diocesanos, cerca de 300, además de los prelados de las islas de Menorca, Francesc Xavier Ciuraneta, y de Eivissa, Agustí Cortés.

En la homilía, el obispo de Mallorca agradeció la presencia del Espíritu Santo en el proceso sinodal, «que se ha manifestado permitiendo y facilitando que los fieles de Mallorca expresen sus ideas», y también dió las gracias por la experiencia positiva que ha supuesto el trabajo sinodal, cuyo fruto es el contenido de los documentos sinodales. Asimismo, pidió a todos los asistentes que acepten «el compromiso de recibir, asumir y cumplir en el futuro las conclusiones sinodales, algo que será posible teniendo la compañía de Jesucristo en nuestras vidas».

En la celebración de esta eucaristía, considerada de trascendencia histórica para la Iglesia y el pueblo de Mallorca, los sacerdotes y diáconos se situarán en el coro de la Catedral, mientras que los miembros sinodales, seglares y religiosas, que por primera vez han participado en un sínodo de la Iglesia de Mallorca, ocuparán los primeros asientos en la nave central.

Como ocurrió en la celebración del inicio el Sínodo, los sinodales laicos, religiosas y religiosos no sacerdotes, encabezaron la procesión de entrada, con la que comenzó la ceremonia, y que salió de la sacristía de «vermells». Siguieron a los sinodales en la procesión, los diáconos, sacerdotes, miembros del cabildo y los obispos, que en esta ocasión vistieron ornamentos blancos, color que corresponde al presente tiempo pascual y a una celebración solemne de acción de gracias.

Tres representantes de los sinodales proclamaron las lecturas bíblicas que hicieron referencia al anuncio del Evangelio, a la venida del Espíritu Santo, a la dignidad del pueblo de Dios, y al seguimiento de Jesús por amor.