Los familiares vivieron un ambiente tremendamente emotivo a la llegada de los baleares que viven en distintos países de Sudamérica. Foto: JAUME MOREY.

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La última vez que Margalida Gelabert pisó tierra balear fue en 1921. Ayer, y montada en una silla de ruedas, lloró al ser recibida en Son Sant Joan al ritmo de boleros mallorquines. Margalida nació en Capdepera hace 89 años y desde hace más de 70 vive en Argentina. Es la persona de mayor edad de los 198 emigrantes baleares que ayer llegaron a Palma con el programa «Operación Añoranza», primera expedición organizada por el Govern balear, en colaboración con Sa Nostra e Ibatur.

Una hora antes de que llegara a Son Sant Joan el primero de los dos aviones que trasladaba a estos baleares, familiares y amigos esperaban en una sala de la antigua Terminal A. Algunos preparaban sus carteles con los nombres de sus familiares ante la realidad de no reconocerles en un primer momento.

Llegaron desde Argentina, República Dominicana, Uruguay, Cuba y Puerto Rico. Todos, con la idea de regresar durante unos días a su pueblo natal y reencontrarse con los suyos. María Cifre hacia 22 años que no venía a Palma. En el aeropuerto fue recibida por sus dos hermanas. «Me apetece pasear, poder estar con la familia», afirma.

Han tenido que pasar 42 años para que Pablo Llull volviera a su tierra. «Quiero ver una capilla que desmontaron hace años en el Moll y ahora está en Santa Catalina. Me han dicho que las cosas han cambiado mucho, pero no me asusta. Si nos hubiéramos quedado aquí, las cosas habrían sido diferentes», afirma sonriendo.

Jaume Matas, president del Govern balear, y Rosa Estaràs, consellera de la Presidencia, recibieron a los emigrantes en la entrada de la terminal. Hubo muchos abrazos en un ambiente tremendamente emotivo en el que no hubo lugar para un exceso de palabras. «Bienvenidos. Por fin estáis en vuestra casa. Això es ca vostra», dijo Matas.