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Me apunto al próximo
No es fácil viajar con críos, y lo es mucho menos si esos críos son más de 300, y si ese viaje, de cuatro días de duración, es a Bruselas. Pues pese a todas esas dificultades es justo reconocer que el comportamiento de los chavales del Sagrado Corazón de Palma, componentes del Proyecto Unió Europea, en su viaje a Bruselas, ha sido ejemplar. Ya fuera en el avión, sobre todo en el viaje de regreso, de madrugada, como en los desplazamientos por carretera "algunos aprovecharon para repasar los deberes", visitas a museos o paseos por la ciudad, y ya no hablemos de las estancias en los restaurantes o en la vista al Parlamento, donde pocos niños de su edad han podido entrar. Con niños así, se puede ir a cualquier sitio. ¿Que cuál ha sido la anécdota del viaje? Me quedo con dos. Una, cuando por primera vez fueron al retrete en un área de servicio de la autopista. «Nos han pedido dinero para hacer pis», comentó uno, muy sorprendido. Dos, cuando en el aeropuerto, ya de regreso, se acercó aquel caballero a preguntarles que «¿de dónde sois?», un caballero muy amable que... ¿quién dirán que era? ¡Mario Soares!