Patricia se despidió de sus amigos indios arropada por muchos jóvenes chilenos. Foto: ALVARO HOPPE.

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Santiago de Chile amaneció brillante. Patricia Ballesteros pasó sus últimas horas en ese país rodeada del infinito afecto que le brindaron los indios mapuches de la cordillera andina, sus amigos, por quienes decidió un día cruzar el océano y el continente americano para unirse a la lucha de un pueblo que no quiere desaparecer.

La historia de Patricia Ballesteros pasó desapercibida en Chile y en España durante los dos primeros meses de estancia de esta joven menorquina en aquel bello país andino. Su vida entre los mapuches comenzó, como un regalo de Reyes, el pasado 6 de enero, cuando Patricia, junto con otros dos cooperantes, llegó a Santiago de Chile para emprender viaje de inmediato hacia el sur del país, primero a Temuco (capital de la Araucanía), los tres juntos, y luego al Alto Bio Bio, a la comunidad de Ralco Lepoy, ella sola. Allí conoció Patricia Ballesteros a la «Ñaña» Nicolasa Quintramán, una anciana mapuche que la acogió en su casa y con la que ha estrechado un fuerte lazo de amistad filial.

La lucha pacífica de Patricia Ballesteros desde los Andes dejó de ser anónima el 14 de febrero, cuando la joven cooperante fue detenida por la policía acusada de tomar parte en la «toma» de un camino que pasaba por una finca privada junto al lago Lleu Lleu. La lucha de los mapuches y de tantos voluntarios de ONG de distintos países por salvar ese territorio tiene un enemigo poderoso, el propio gobierno chileno, dispuesto a sacar adelante la construcción de una presa en Ralco, proyecto que supondrá inundar 3.500 hectáreas de bosque, con su fauna, su flora, y con varios cementerios sagrados de los indios mapuches.

Durante las últimas semanas Ultima Hora ha informado puntualmente de la situación de Patricia Ballesteros en Chile, gracias al esfuerzo de nuestro compañero Javier Rodríguez y de los periodistas chilenos Juan Arturo Charpe, Ignacio Iñíguez y al fotógrafo Àlvaro Hoppe.