El máximo representante de la diplomacia europea. | Reuters - OLIVIER MATTHYS

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El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, llama a la calma con respecto a la posibilidad de que la guerra se extienda de forma inminente e implacable por Europa. El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores reclama responsabilidad a los gobiernos comunitarios. Pide a los representantes públicos no exagerar la gravedad de la actual coyuntura bélica, en plena invasión de Ucrania por orden de Vladímir Putin y con Israel tratando de erradicar a Hamás de la Franja de Gaza.

El toque de atención resulta pertinente, por ejemplo, después de que la ministra de Defensa española, Margarita Robles, encendiera las alarmas hace unos días por una entrevista en la que abría la puerta a una Tercera Guerra Mundial de forma más o menos próxima en el tiempo. Este viernes, las declaraciones preventivas han llegado de la mano del Jefe del Estado Mayor alemán, instando a desplegar en un breve espacio de tiempo defensas antiaéreas contra eventuales ataques de Moscú.

Sin embargo, Borrell afirmó este jueves que una hipotética guerra de Rusia contra los países del club comunitario «no es inminente», y pidió no exagerar. «El llamamiento a los europeos para que sean conscientes de los desafíos que afrontan es bueno, pero tampoco tenemos que exagerar. La guerra no es inminente. Oigo algunas voces que dicen que la guerra es inminente. La guerra no es inminente», declaró el político español a su llegada a la cumbre de líderes de la Unión Europea (UE).

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«Solo apoyamos a Ucrania y tenemos que prepararnos para el futuro, incrementando nuestras capacidades de defensa, aumentando la capacidad de defensa de nuestra industria, pero no asustemos a la población innecesariamente. La guerra no es inminente». Añadió que «lo inminente» es la necesidad de apoyar a los ucranianos. «No es una cuestión de ir a morir por el Donbás. Es cuestión de apoyar a los ucranianos para que no sean asesinados en el Donbás o no sean asesinados en Kiev cuando hay bombardeos».

Finalmente, al final de la jornada, los líderes de la Unión Europea (UE) manifestaron este jueves su compromiso para seguir apoyando a Ucrania «tan intensamente como sea necesario», y también invitaron al Banco Europeo de Inversiones a adaptar su política de préstamos a la industria de la defensa. «La Unión Europea está decidida a seguir proporcionando a Ucrania y su población todo el apoyo político, financiero, económico, humanitario, militar y diplomático necesario durante el tiempo que sea necesario y tan intensamente como sea necesario», declararon en unas conclusiones adoptadas en la cumbre que los Veintisiete celebran en Bruselas. Recalcaron que Rusia no debe ganar la guerra después de dos años de invasión y diez de la anexión ilegal de Crimea y Sebastopol.

«Ucrania necesita urgentemente sistemas de defensa aérea, munición y misiles. En este momento crítico, la Unión Europea y los Estados miembros acelerarán e intensificarán la entrega de toda la asistencia militar necesaria», señalaron. Los mandatarios, asimismo, celebraron la aprobación del fondo específico de apoyo militar a Ucrania de 5.000 millones de euros para este año por parte de los ministros de Exteriores esta semana, que se inserta en el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (FEAP) mediante el que los Estados miembros han estado cofinanciando la entrega de equipos letales y no letales a Ucrania.

Hay que mencionar que Macron, antes de enfundarse los guantes de boxeo para sus últimas imágenes en redes sociales, recordó hace unos días que París tan solo dista unos 1.500 kilómetros de la guerra en Ucrania. Es en este sentido que el presidente francés ha enmarcado los últimos comentarios públicos, que barajan la opción de enviar militares a reforzar las posiciones de Kiev en el campo de batalla, a pesar de que el Kremlin con el propio Putin a la cabeza ha significado que ello comportaría un cambio de escenario y una declaración de facto de guerra total. Los expertos internacionales resaltan que en la Unión Europea cohabitan distintos grados de percepción del conflicto al este de Europa; no lo viven con igual preocupación en Roma que en Varsovia, o los pequeños estados bálticos que comparten frontera con Rusia. Como tampoco es idéntica la preocupación en Berlín o las capitales de la Península Ibérica por motivos obvios.