Soldados ucranianos en maniobras junto a soldados germanos. | Reuters - LIESA JOHANNSSEN

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La guerra en Ucrania ha tomado un rumbo nuevo en este segundo aniversario de confrontación, con el nombramiento de un nuevo jefe de las Fuerzas Armadas. Por qué las entregas de armas no han cambiado la situación, se pregunta la prensa internacional, en un momento en que la realidad ha contrastado el fracaso de la contraofensiva de Kiev. En las últimas horas distintas fuentes explican un fenómeno curioso, aprovechado por la propaganda rusa para hacer sangre, o si se quiere leña del árbol caído. O del cable roído. El asunto señala deficiencias en el armamento que Occidente ha enviado a los soldados de Volodímir Zelenski, unas 'deficiencias' que las ratas y ratones de campo han aprovechado en el fragor de la batalla.

El medio francés Le Figaro ha sido uno de los que recientemente se han fijado en que «después de dos años de guerra, Kiev cuenta con un ejército heterogéneo, complejo de mantener y con equipamiento militar a veces inadecuado para las realidades del frente. También había que tener en cuenta a los roedores» menciona esta publicación, que pone en boca de un soldado francés que «'algunas fundas protectoras para cables eléctricos están hechas de fibra de maíz' en una mezcla de despecho e irónica consternación».

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Obviamente esta materia prima resulta más que apetecible para los roedores, mucho más que las fundas plásticas o sintéticas de los cables que, eso sí, son más perniciosas para el medio ambiente que sus variantes biodegradables. A resultas los combatientes ucranianos sufrieron consecuencias inesperadas. «Los roedores devoraron los cables de algunos vehículos», continúa el agente, inmovilizando las máquinas. «El fenómeno es marginal, pero habla de la realidad del equipamiento militar occidental. La ecorresponsabilidad no resiste bien ante la guerra» reafirma esta fuente militar.

«Los vehículos occidentales fueron diseñados para un escaparate tecnológico. Pero con el barro y el frío no siempre funcionan. Afortunadamente los ucranianos todavía tenían algunos restos» en stock, existencias olvidadas de viejos equipos soviéticos, y a ellos tienen que recurrir cuando la situación lo requiere, tal y como han constatado sobre el terreno equipos de reporteros de distintas procedencias. Entretanto cunde la preocupación porque las fuerzas rusas puedan romper las líneas ucranianas si no llega más munición y más equipos militares.

Para algunos analistas resulta llamativo el crisol bélico que pone en juego el ejército ucraniano a lo largo y ancho del frente. La armería se ha convertido en un mosaico de equipamiento complejo, digno de la OTAN, y otros que aún datan de la era comunista, en parte proporcionados por países del entorno que hace tiempo cambiaron de esfera. Todo ello, mientras los drones ucranianos toman relevancia como arma estratégica. De hecho sus vuelos constituyen una de las novedades destacadas del conflicto.