Manolo Rodríguez, mallorquín residente en Salinas (Ecuador). | M.R.

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La crisis política y social que vive Ecuador la vive de cerca un mallorquín que hace un tiempo reside en el país sudamericano. Decretado el estado de excepción, el palmesano Manolo Rodríguez no se sorprende por el cariz que han tomado los acontecimientos, aunque sí muestra su preocupación por la dinámica que han adquirido. «Hace tiempo que existe una sensación de impunidad e inseguridad», refiere este isleño que reside en la zona de Salinas, en la zona suroeste y en plena costa del Pacífico.

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«Las mafias son las que mandan. Queman autobuses, matan a gente, asaltan la televisión... Hay un riesgo permanente de que te secuestren o te roben el coche, la documentación, el dinero, las tarjetas... o que te maten incluso», refiere Rodríguez, que por motivaciones personales se mudó años atrás a Ecuador, donde reside en un espacio «alejado del lío», en una urbanización protegida por un servicio interno de seguridad, aunque sigue «pendiente de lo que acontece. Me gusta estar informado y soy una persona inquieta, y claro que me preocupa, pues es algo que tengo en la calle, pero por suerte me siento seguro aquí, estamos relativamente aislados, y espero que pueda calmarse pronto la situación, por el bien de todos», relata el isleño.

No puede esconder que Ecuador vive en un estado de «caos y corrupción total» en el que «el ejército está en la calle, la han tomado las fuerzas de seguridad porque se queman coches, autobuses, camiones, tiendas... No es fácil convivir con esta situación ahí fuera cuando estos grupos tienen a la gente atemorizada, cuando estas mafias imponen unos pagos a los que no pueden hacer frente», asegura Manolo, quien asegura que oye «disparos cada día, de lejos», pero prefiere «por ahora no salir de aquí». Desde Salinas, en la provincia de Santa Elena, una zona turística este mallorquín observa con relativa tranquilidad, pero a la vez inquietud, los acontecimientos que sacuden a su entorno. Una sensación que en Mallorca, los ciudadanos ecuatorianos comparten.