Los jueces del tribunal de Utrecht siguieron las recomendaciones de la Fiscalía, que consideró que «no hay evidencia de ningún remordimiento, arrepentimiento o comprensión de lo que se le imputa» al acusado, y señalaron que hay un «riesgo de reincidencia muy alto» en Gokmen T, de 38 años, porque parece estar «orgulloso» de lo que hizo.
En una sesión judicial de acceso limitado a ocho familiares y víctimas, y sin la presencia del acusado como medida de prevención de contagios del coronavirus en los centros penitenciarios, los jueces decidieron que el tiroteo tuvo un impacto «enorme» en la población de Utrecht y que los residentes y testigos han «tenido que convivir con un sufrimiento indescriptible».
Gokmen T fue arrestado en su ciudad natal, Utrecht, el mismo día del tiroteo, y admitió estar detrás del ataque, según escribió en una nota que dejó en el coche que utilizó para huir del lugar del ataque, aunque se negó después a cooperar con la Policía, y tampoco reconoció al tribunal o al abogado de oficio impuesto por la Corte para defenderle.
Durante el proceso judicial, el acusado mantuvo un comportamiento irrespetuoso con la Corte: levantó el dedo medio a los jueces, escupió a su propio abogado y se reía de forma provocativa de las historias de los familiares de las víctimas, lo que llevó a su expulsión de la sala del tribunal en dos ocasiones.
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