Imagen de la evacuación del edificio, después de que las autoridades gasearan su interior, con casi un millar de personas dentro. | Efe

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Rusia recordó ayer el secuestro hace diez años de casi un millar de personas en el teatro Dubrovka de Moscú, cuyo desenlace fue una polémica operación de rescate en la que murieron 130 de los rehenes.

Aunque los actos oficiales tendrán lugar el viernes, a primera hora de ayer los moscovitas acudieron al teatro para encender velas y depositar flores y juguetes en memoria de las víctimas de ese acto terrorista.

El 23 de octubre de 2002, un comando chechén integrado por 40 terroristas, hombres y mujeres, irrumpió en el Dubrovka y capturó como rehenes a cerca de un millar de espectadores que asistían al musical Nord-Ost y a los artistas que participaban en él.

Los terroristas exigían el fin de la segunda guerra en Chechenia, demanda calcada a la que otro comando chechén vio satisfecha en 1995, después de secuestrar a más de un millar de personas en el hospital de la ciudad Budiónovsk.

El rescate, un fracaso

Pero hace diez años el Kremlin se negó a cumplir las exigencias de los terroristas y, después de tres días de negociaciones, el 26 de octubre de 2002, las fuerzas de seguridad lanzaron una operación de rescate con el empleo de un potente gas que dejó inconscientes a secuestradores y rehenes.

Ninguno de los secuestradores escapó con vida del Dubrovka, pero en el rescate murieron 130 rehenes.

Las autoridades rusas explicaron más tarde que el elevado número de víctimas entre los rehenes se debió en gran medida a que no se les prestó asistencia médica con rapidez por el gran número de vehículos aparcados junto al teatro, que obstaculizaron el paso a las ambulancias.

En diciembre del año pasado el Tribunal Europeo de Derechos Humano condenó a Rusia a pagar un total de 1,24 millones de euros en compensaciones a 64 víctimas y familiares de víctimas del secuestro, tras dictaminar que los preparativos de la operación de rescate y su ejecución fueron defectuosos.

Al mismo tiempo, el Tribunal de Estrasburgo consideró que la decisión de las autoridades rusas de emplear la fuerza para rescatar a los rehenes no vulneró los derechos humanos.