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Las dimensiones de la destrucción causada por el seísmo de 8,8 grados en Japón comienzan a conocerse con el paso de las horas y son al menos 1.700 los muertos o desaparecidos y más de 300.000 los japoneses que han sido evacuados.

El Gobierno nipón decidió hoy desplegar a 50.000 militares para atender las tareas de rescate en una amplia franja de su costa oriental, golpeada por el fuerte terremoto y el también devastador tsunami del viernes, que arrastró todo a su paso.

El primer ministro, Naoto Kan, calificó lo ocurrido como un desastre «sin precedentes» para su país y reconoció que el tsunami posterior fue mucho mayor de lo esperado, con olas de hasta diez metros de altura.

Unas 9.500 personas, más de la mitad de la población de Minami Sanriku, en la provincia de Miyagi, están todavía sin localizar un día después del paso de un fuerte tsunami con olas de hasta diez metros por el pueblo, dijo a Efe un portavoz de esa provincia.

Miyagi, Iwate y Fukushima son las provincias más afectadas por el temblor de mar y tierra, que ha llegado a borrar del mapa a pueblos enteros.

A las imágenes de olas adentrándose en el territorio nipón, incendios en multitud de edificios e incontables destrozos se sumó hoy el temor a una amenaza nuclear con la explosión de una planta en Fukushima (centro de Japón), que desató la alarma.

Cuatro trabajadores resultaron heridos y más de 46.000 residentes fueron evacuados, pero el Gobierno aseguró que la explosión no se produjo en el reactor nuclear de la planta y no causó fugas radiactivas de importancia, si bien se detectó cesio en la zona.

El último cómputo oficial habla de 620 muertos y 650 desaparecidos, pero los medios japoneses los incrementan hasta 1.700 víctimas confirmadas y desde que se produjo el seísmo el balance no ha dejado de aumentar.

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En cinco provincias de la costa oriental del archipiélago nipón, más de 300.000 personas han sido evacuadas mientras se calcula que 3.400 edificios quedaron destruidos y se produjeron 200 incendios, y son 5,5 millones los japoneses que se han quedado sin electricidad.

En la provincia de Iwate, ciudades como la localidad costera de Rikuzen Taka, de 24.709 habitantes, prácticamente desaparecieron.

«Más del 90 por ciento de las casas de tres localidades costeras han sido arrasadas por el tsunami. Si miro desde el cuarto piso del ayuntamiento, no veo casas en pie», comentó a la agencia Kyodo un funcionario municipal de Futaba, en la provincia de Fukushima.

La cadena de televisión NHK emite constantemente las impactantes imágenes de cómo el tsunami se llevó por delante con su fuerza mayúscula edificios y coches en algunas localidades, mientras, de cuando en cuando, una alerta en un mapa de Japón avisa de que otro temblor está a punto de suceder.

A las 22.15 de la noche hora japonesa (13.15 GMT) se producía un nuevo seísmo de 6 grados en la escala de Richter en la costa de Fukushima, cuyo epicentro se situó a 40 kilómetros de profundidad y que, una vez más, pudo sentirse con bastante fuerza en Tokio.

Fue la última de las más de 150 réplicas que no han dejado de sacudir Japón desde que a las 14.46 horas de ayer viernes (05.46 GMT), ocurrió el devastador terremoto de 8,8 grados en la escala Richter que sumió en el miedo y la oscuridad a gran parte de la costa este de Japón.

El seísmo ha provocado además la paralización temporal de numerosas actividades económicas, políticas, deportivas y sociales en Japón.

La Dieta (Parlamento) no retomará su actividad este lunes, mientras los tres principales fabricantes de automóviles nipones, entre ellos el líder mundial Toyota, han decidido paralizar la producción ese día en todas sus fábricas en Japón.

Además, mañana domingo no se correrá el Maratón Femenino de Nagoya (centro de Japón) mientras la Liga Japonesa de Fútbol fue suspendida este fin de semana, al igual que las competiciones de béisbol.