Dos judíos observan la zona desde el tejado de una casa en el asentamiento de Maale HaZeitim. g Foto: EFE

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EUROPA PRESS-JERUSALÉN El Comité Municipal del Ayuntamiento de Jerusalén aprobó ayer el proyecto para la construcción de más de un centenar de viviendas israelíes en Jerusalén Este, que a largo plazo podría terminar convirtiéndose en el núcleo poblacional israelí más numeroso de toda la zona, en una decisión que choca directamente con la petición internacional a Tel Aviv para congelar la construcción de asentamientos en territorio ocupado y que ha provocado la rotunda queja de una ONG local, que advierte de que esta iniciativa podría terminar «incendiando Jerusalén entera».

Así, el nuevo complejo de edificios Maaleh David, de entre cinco y seis plantas de altura, comprenderá 104 viviendas de lujo que se conectará, a través de un puente, con el asentamiento judío de Maahleh Zeitim, donde viven actualmente 51 familias israelíes y que a su vez está en fase de ampliación para construir 66 viviendas adicionales.

De llevarse a cabo estos planes en su totalidad, ambos asentamientos sumarán una población total de más de un millar de israelíes que vivirán en el corazón del distrito jerusalemita de Ras Al Mud, rodeados por 14.000 palestinos.

De acuerdo con los planes el nuevo asentamiento incluirá, además de las viviendas, otras instalaciones de carácter exclusivo, como un «mini club de campo» y una piscina, así como una librería, espacios de aparcamiento, una sinagoga y varias guarderías.

Sobre la viabilidad de este plan a largo plazo, fuentes del Ayuntamiento consultadas por el diario Haaretz indican que estos planes podrían ser alterados durante el proceso de construcción, pero dado que no existe disputa sobre la propiedad de los terrenos, según la ley israelí, existen pocas dudas de que esta iniciativa no pueda llevarse a cabo. Estas mismas fuentes sospechan que detrás de este proyecto se encuentran varias organizaciones de colonos israelíes.

La aprobación de estos planes coincide con la reticencia demostrada por el Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu frente a las constantes peticiones de la comunidad internacional, abanderadas por Estados Unidos y su presidente, Barack Obama, para que Israel detenga la construcción de nuevos asentamientos en territorios ocupados por Israel tras la guerra de 1967 y de los que Jerusalén Este es parte integrante.