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El primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, ordenó ayer el recorte de los suministros de gas en la frontera con Ucrania en el mismo volumen en que el carburante «ha sido robado» en el vecino país en su tránsito hacia Europa, que no quiere actuar como mediador en el conflicto entre Moscú y Kiev.

Rumanía y Bulgaria han sido los países más afectados, ya que el primero incluso ha tenido que comenzar a usar sus reservas al haber visto como su suministro se había reducido más de un 30%. Los efectos de la 'guerra del gas' también se han dejado sentir en Alemanía, donde el suministro se ha visto reducido desde el pasado domingo un 5%, por lo que las compañías han optado por comprar gas noruego.

El jefe del Gobierno ruso aceptó la propuesta del presidente de Gazprom, Alexéi Miller, de reducir los suministros en la frontera de Rusia y Ucrania «en el mismo volumen en que ha sido sustraído -65'3 millones de metro cúbicos- y, en adelante, de recortar según el volumen de gas robado diariamente», informó la agencia Interfax.