Trichet prevé un «crecimiento moderado» en Europa.

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EFE-PARÍS

El Banco Central Europeo hará todo lo necesario para conseguir el que ahora mismo es su único objetivo: situar la inflación en el 2%. Y lo hará, según aseguró ayer su presidente Jean-Claude Tricchet, con independencia de que dichas medidas para estabilizar los precios a medio plazo repercutan más negativamente en algunos países que en estos momentos atraviesan dificultades como es el caso de España.

Y es que, para defender la reciente decisión de subir los tipos de interés del 4 % al 4,25 % para garantizar la estabilidad de precios a medio plazo, Trichet dice que el BCE no puede mirar casos concretos como los de Irlanda, Portugal o España y mantiene que debe atender a todos los intereses de los países de la eurozona. Y en esta defensa el objetivo prioritario ahora es situar la inflación en el 2%.

«Nuestra política monetaria tiene que ser eficiente al nivel de toda la eurozona», afirmó el presidente del BCE en una entrevista concedida a los diarios europeos 'Frankfurter Allgemeine Zeitung', 'Irish Times', 'Jornal de Negocios' y 'Le Figaro', en la que augura que se volverá a la estabilidad de precios en unos 18 meses y pronostica una menor actividad en el segundo y tercer trimestre el año.

Trichet afirma que, ya que el BCE no puede cambiar el precio del petróleo ni de las materias primas, lo más importante es «evitar» los «efectos de segunda vuelta» e intentar impedir que el resto de precios que dependen de la acción de los Gobiernos, como el de los servicios o los salarios, «aumenten de manera anormal, como si el nivel anormal de la actual inflación fuera a durar». «Estamos aquí para decir a hogares, empresas y agentes sociales que mantendremos la estabilidad de los precios en menos del 2%, cerca del 2% a medio plazo, y que tienen que tenerlo naturalmente en cuenta cuando fijen sus propios precios e inicien negociaciones», apuntó.

Interrogado sobre si ya se notan los efectos de 'segunda vuelta', dice que no suponen un «fenómeno general» pero que ve «signos serios» y muestra su preocupación por el modo de indexación de salarios nominales sobre los precios al consumo en algunos países de la zona euro al llevan consigo «un riesgo de espiral salario-precios nefasto para el empleo».