Dos mujeres pasan delante de carteles electorales de los candidatos parlamentarios, ayer en Casablanca. Foto: EFE

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EFE-RABAT Los partidos políticos marroquíes apuraron las últimas horas de ayer en la recta final de la campaña de las legislativas que se celebran hoy, sin jornada de reflexión, y con la atención puesta en el esperado ascenso del islamismo moderado y en el alcance de la abstención.

Casi 15'5 millones de marroquíes pueden votar hoy en estas elecciones para renovar los 325 escaños de la Cámara de Representantes (cámara baja del Parlamento) aunque está por ver si se supera el índice del 52 por ciento de participación de los comicios de 2002.

Las autoridades aseguran que el 80 por ciento de los electores disponen de su tarjeta de votación, imprescindible para ejercer el derecho de voto, pero no se han atrevido a pronosticar cuál será el índice de participación, que en varias zonas del país está amenazado de un declarado boicot.

De confirmarse los pronósticos de los muy escasos sondeos difundidos sobre intención de voto resultará ganador el Partido Justicia y Desarrollo (PJD, islamista moderado), cuyo líder, Saad Edine El Othmani, afirma que sus candidatos podrán casi duplicar los 42 escaños de 2002.

El sistema de escrutinio aplicado en Marruecos es el proporcional con asignación de restos a la lista más votada, del que se critica que, como permite la entrada en el Parlamento de numerosos partidos, no facilita la formación de gobiernos homogéneos y fuertes.

Es precisamente esta característica la que los detractores del modelo vigente en Marruecos utilizan para señalar la gran influencia que al final tiene el monarca en la formación del Gobierno, a cuyo primer ministro tiene la facultad de designar sin estar comprometido a hacerlo de entre los partidos que se presentan a los comicios. Así ocurrió en 2002, cuando Mohamed VI designó al tecnócrata, sin partido, Dris Yetú.

El islamista Othmani ha ofrecido durante la campaña un discurso moderado, continuista y comprometido en la participación en las instituciones del régimen monárquico, a pesar de que alguno de sus miembros amenazó con «cortar cabezas» cuando los representantes del PJD lleguen al Gobierno.

En clara alusión al sistema de escrutinio vigente, el líder del PJD ha adelantado que su partido sólo entrará en un Gobierno «fuerte, homogéneo y con un número reducido de partidos» -la coalición saliente, presidida por el primer ministro Yetú, la forman seis partidos- y que «todas las reformas deben ser realizadas en consenso con el monarca».

«Nuestra estrategia es trabajar para el cambio y para las reformas dentro de las instituciones legales», declaró a Efe Othmani, como muestra de que el PJD rechaza la ruptura del régimen como vía de la reforma.

Una reforma que, sin embargo, se intuye urgente si se atiende a los datos que revelan que una cuarta parte de los casi 33 millones de marroquíes vive en la pobreza (el Gobierno reconoció en 2005 que en torno al 8 por ciento de la población vive en chabolas).