El presidente George Bush se reunió ayer con militares veteranos estadounidenses y sigue apostando por no retirarse de Irak. Foto: EFE

TW
0
EFE/WASHINGTON El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, comparó ayer la guerra de Irak con la de Vietnam para justificar su argumento de que es necesario tener más paciencia y no cometer el error de retirarse antes de tiempo de territorio iraquí.

Tras recordar que todavía está presente el debate de «cómo fuimos a la guerra de Vietnam y cómo salimos», Bush dijo tener muy claro que «un legado inequívoco de Vietnam es que el precio de la retirada de EEUU lo pagaron millones de ciudadanos inocentes».

«Entonces como ahora, algunos argumentaron que el problema era la presencia estadounidense y que si nos retirábamos se acabarían las muertes», pero el tiempo demostró que no fue así, dijo el mandatario estadounidense en un discurso ante la Convención Nacional de Veteranos de Guerra en Kansas City (Missouri).

Es la primera vez que Bush hace una comparación tan clara con Vietnam (1960-1975), un conflicto que marcó a toda una generación de estadounidenses y que para EEUU terminó con una derrota humillante y con la pérdida de cerca de 56.000 soldados.

Ahora, el presidente ha dejado a un lado sus reticencias a recordar lo ocurrido hace más de 30 años para evitar lo que él considera que serían consecuencias «devastadoras».

Hay que aprender las lecciones de la historia aplicables a nuestro tiempo, dijo, y tener en cuenta lo que dicen, no sólo con respecto a Vietnam, sino también a otros conflictos como la II Guerra Mundial (1939-1945) o el de Corea (1950-1953).

También hizo hincapié en que «hay que escuchar al enemigo» y, en el caso de Irak, el enemigo dice que EEUU no podrá lograr la victoria y tendrá que irse como lo hizo en Vietnam.

Citando algunas declaraciones textuales del líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, y de su lugarteniente, Ayman al Zawahiri, en las que pronosticaban que Washington acabaría mal en Irak, Bush subrayó que no hay que dejar que se salgan con la suya porque eso acarrearía un precio también para la credibilidad de EEUU.

La solución, a su juicio, pasa por continuar la lucha hasta demostrar que en Oriente Medio puede ocurrir lo mismo que en Asia.
Y para conseguirlo, Bush apuesta por seguir al lado de los iraquíes y sus autoridades, incluido el primer ministro Nuri al Maliki, a quien ratificó hoy su pleno apoyo y confianza.

«Es un buen tipo, un buen hombre con un trabajo difícil y yo le apoyo», dijo el presidente, en un intento por acallar las especulaciones y las informaciones divulgadas sobre su supuesto descontento con la gestión del responsable iraquí.

No obstante, reiteró que «no son los políticos de Washington quienes tienen que decir si (Al Maliki) se mantiene en su cargo» sino «los iraquíes, que ahora viven en democracia y no en una dictadura».

Es un mensaje similar pero mucho más claro que el que Bush lanzó el martes en rueda de prensa desde Montebello (Canadá), donde no sólo no mencionó explícitamente su apoyo al mandatario iraquí, sino que reconoció que sentía cierta frustración con el liderazgo actual en Irak.

Sus palabras dieron pie a todo tipo de especulaciones, y más después de que algunos responsables políticos, como el presidente del Comité de Fuerzas Armadas del Senado, el demócrata Carl Levin, abogasen por la destitución de Al Maliki y lo que queda de su gobierno.