Una votante de la localidad escocesa de Aberfoyle abandona su colegio electoral. Foto: C.CLARK/REUTERS

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EFE-LONDRES
El primer ministro británico, Tony Blair, afronta la prueba final de su mandato en los comicios autonómicos que se celebraron ayer en Escocia y Gales y los locales en Inglaterra, en los que los laboristas pueden sufrir un duro varapalo. Las encuestas indican que el laborismo de Blair puede retroceder en Escocia ante el avance del Partido Nacionalista Escocés (SNP), que podría obtener 45 de los 129 escaños que están en juego en el Parlamento de Edimburgo, frente a los 39 de los laboristas.

Los escoceses estaban convocados a las urnas para votar la composición del Parlamento de Edimburgo, formado por 129 escaños, de los que 73 corresponden a los representantes de circunscripciones y 56 a los de las ocho regiones en que está dividida Escocia.

Las cosas tampoco se presentan fáciles para los laboristas en Gales, donde son mayoría y podrían perder algunos de los 29 escaños que tienen en la Asamblea galesa en favor de los nacionalistas del Plaid Cymru, actualmente con doce escaños.

Las elecciones municipales en Inglaterra también serán un veredicto sobre la gestión de Blair, días antes de que éste anuncie -como se espera- su retirada del poder tras diez años en el Gobierno y tres victorias electorales consecutivas.

En caso de que el SNP sea la formación política más votada pero no alcance los 65 escaños necesarios para formar gobierno, los nacionalistas buscarían el apoyo de los liberal demócratas (tercera formación británica) para gobernar en coalición, según los analistas.

El temor de los laboristas es que el SNP de Alex Salmon convoque, como ha prometido, un referéndum sobre la independencia de Escocia en un plazo de cuatro años.