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Decenas de miles de estudiantes salieron ayer a la calle en Francia para dejar claro que no cejarán en su lucha contra el controvertido contrato de primer empleo, el CPE, en un pulso al Gobierno conservador, que difícilmente puede dar marcha atrás.

Las marchas más importantes se registraron en París, Burdeos, Marsella, Lille y Lyon, y hubo enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas del orden en la capital francesa, Nantes y Rennes.

Entre 150.000 y 320.000 estudiantes, según la policía y los organizadores, respectivamente, se manifestaron ayer en toda Francia contra ese contrato destinado a menores de 26 años y que permite al empleador despedir al joven durante los dos primeros años de prueba sin tener que dar ninguna justificación.

En París, unos 200 individuos, que en su mayor parte no habían participado en el cortejo, lanzaron proyectiles contra los antidisturbios que respondieron con gases lacrimógenos y se registró, al menos, un herido que tuvo que ser hospitalizado.

Tanto los estudiantes como los sindicatos interpretaron la movilización de hoy como un «ensayo general» de las manifestaciones interprofesionales convocadas para el próximo sábado, tras cuales los representantes de los trabajadores pretenden pasar a «la velocidad superior» con la convocatoria incluso de huelgas.

Pese a la presión de la calle, el primer ministro, Dominique de Villepin, asegura que defenderá el CPE «hasta el final» porque cree en el bien fundado de esa medida que él impulsó y cree que su único error ha sido ir «demasiado rápido».

La mayoría conservadora y sus ministros, que no ocultaron hace días ciertas reticencias, están obligados ahora a «remar juntos», pues saben que una eventual marcha atrás en este asunto la pagarían cara en las elecciones presidenciales y legislativas de 2007. El problema, según algunos analistas, es que Villepin llevó adelante el CPE sin concertación previa con los sindicatos y sin haber previsto «plan B».