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El ministro italiano para las Reformas, Roberto Calderoli, que lució en televisión una camiseta estampada con una de las polémicas caricaturas de Mahoma, presentó ayer su dimisión tras las protestas del viernes ante el consulado de Italia en Bengasi (Libia), en las que murieron once manifestantes.

También dijo que Occidente sufre «un auténtico ataque» y señaló que sus acciones son su manera de expresar «la solidaridad con todos aquellos que han sido golpeados por la ciega violencia del fanatismo religioso». «Y por eso yo y la Liga Norte hemos terminado en el banquillo de los acusados», añadió.

El ministro, miembro de la federalista Liga Norte, dijo que renunciaba al cargo «por sentido de la responsabilidad», después de que buena parte del mundo político italiano le culpara del asalto al consulado en Libia por su gesto ante las cámaras y por sus belicosas manifestaciones contra el Islam.

En un comunicado, Calderoli denunció que nunca tuvo «intención de ofender a la religión musulmana» y aseguró que las críticas en su contra son «una vergonzosa instrumentalización».

«Pese a las amenazas de muerte que me han llegado estos días, seguiré luchando por los valores en los que creo», agregó Calderoli, quien la semana pasada dijo que el Papa debía llamar a una nueva cruzada contra los musulmanes

Su iniciativa de llevar la camiseta con una de las contestadas viñetas de Mahoma había recibido las críticas de numerosos representantes políticos, incluido el primer ministro, Silvio Berlusconi, pero éste sólo solicitó públicamente su dimisión después de los sucesos de Libia.

Al menos once manifestantes murieron, según fuentes oficiales citadas por medios italianos, cuando la Policía de Bengasi abrió fuego contra los congregados ante el consulado italiano en esa ciudad, en el norte de Libia.

El uso desproporcionado de la fuerza fue condenado por las autoridades libias, que, según informaciones recogidas por la prensa italiana, han suspendido de su cargo al ministro del Interior, Nasr Mabruk, y han declarado «mártires» a las víctimas, al tiempo que han proclamado un día de luto nacional.

En medio de la tensión, Berlusconi y el líder libio, Muamar Gadafi, mantuvieron ayer una conversación telefónica en la que ambos lamentaron lo ocurrido, informó el Gobierno de Roma en un comunicado.