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El recrudecimiento de la violencia en las últimas 24 horas parece haber puesto fin al alto el fuego que existía entre israelíes y palestinos, pese a lo cual el Gobierno de Israel asegura que mantendrá sus planes de retirarse de la franja de Gaza.

Desde el martes, en que un suicida de la Yihad Islámica causó la muerte a cinco personas al inmolarse en la ciudad de Natania, murieron hasta ayer viernes seis israelíes y diez palestinos, entre ellos siete militantes de Hamás ayer tarde en ataques de la Fuerza Aérea de Israel.

Cuatro palestinos murieron ayer en el sur de la populosa ciudad de Gaza por el estallido de un misil disparado desde un avión de combate israelí pilotado por control remoto, y otros tres, por el impacto de dos cohetes de un helicóptero cuando viajaban en un coche por el pueblo cisjordano de Salfit.

En ese ataque, al menos cuatro viandantes resultaron heridos, dijeron fuentes palestinas en esa ciudad, también convulsionada por choques armados entre milicianos de Hamás y la policía palestina, que intentó impedirles atacar objetivos de Israel con sus cohetes.

Esos últimos ataques de la Fuerza Aérea fueron definidos ayer por fuentes israelíes como «asesinatos selectivos» o «ejecuciones extrajudiciales», operaciones que el Gobierno había ordenado cesar hace diez meses bajo presión de la comunidad internacional.

El jefe de las Fuerzas Armadas, el general Dan Halutz, aseguró ayer en una visita a manifestantes israelíes contra la evacuación de Gaza, en el cruce de Kisufim, que pese al rebrote de la violencia, Israel desalojará el territorio ocupado de Gaza, aunque matizó: «no lo haremos bajo el fuego de los terroristas».