El líder de la coalición de centroizquierda, Romano Prodi, ha sido el gran triunfador.

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JAIME CASTILLO-ROMA
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha sufrido un serio revés a un año de las elecciones generales, al perder ante la oposición que lidera Romano Prodi los comicios regionales celebrados el domingo y el lunes pasados. La derrota de Berlusconi, calificada desde sus propias filas de «hecatombe», ha sido tan clara y rotunda como lo fue su victoria en las mismas elecciones regionales de hace cinco años, que marcaron el punto de inflexión en su camino de retorno al poder.

El centroderecha partía con una ventaja meridiana, ya que gobernaba en ocho de las trece regiones en liza, y al final se ha quedado sólo con dos, sus fortalezas de Lombardía (Milán) y Veneto (Venecia). Pero el carácter de ensayo general de la contienda, subrayado por los más de 41 millones de votantes, obligaba a contar el número total de votos y ahí es donde más le duele al líder conservador, ya que se ha establecido una diferencia de unos diez puntos. Con el escrutinio cerrado, el centroizquierda, ahora llamado «La Unión», mantiene las cinco regiones en las que ya tenía la mayoría y conquista seis de las ocho que estaban en manos de la alianza gubernamental conservadora. La oposición se queda con Emilia Romaña (Bolonia), Toscana (Florencia), Marcas, Campania (Nápoles) y Umbria, a las que añade Piamonte (Turín), Calabria, Liguria (Génova), Abruzzo, Puglia y Lazio (Roma).

El triunfo en la región de la capital italiana es doblemente significativo, ya que estaba considerado el desafío clave, animado por los problemas que tuvo para presentarse como candidata la nieta del Duce Alessandra Mussolini, que no ha resultado decisiva para el triunfo de la izquierda, como se pensaba. En el Lazio, el hasta hace poco presentador de la televisión pública RAI, Piero Marrazzo, se ha impuesto por casi cuatro puntos (unos 100.000 votos) a Francesco Storace, uno de los pesos pesados del derechista Alianza Nacional (AN), principal partido aliado de Berlusconi, que habló sin tapujos de «hecatombe».

También se mostró muy crítico el líder de AN y ministro de Asuntos Exteriores, Gianfranco Fini, que reconoció que la derrota «debilita políticamente al Gobierno», si bien se apresuró a señalar que se agotará la legislatura.

En el bando de los vencedores todo es euforia, ante un resultado mucho más abultado de lo que presumían los sondeos y que refuerza notablemente el liderazgo de Romano Prodi, tras su retorno de la presidencia de la Comisión Europea. «Los ciudadanos nos piden ya que gobernemos, pero yo no pretendo la dimisión de Berlusconi», dijo Prodi, quien subrayó que «una victoria así de clara y notoria no la esperaba».